Dr. August Corominas

Dr. August Corominas

August Corominas, profesor de Fisiología Humana de la Universidad de Murcia y de la Universidad Autónoma de Barcelona y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), comparte con la comunidad académica el artículo «El negro de Banyoles (bosquimano u hotentote)», en el que recuerda la polémica que generó la exposición de un aborigen africano en el Museo Darder y el futuro de estas instituciones. El académico ha compartido recientemente en esta publicación los artículos «La maldad de Putin» y «Nuevo apocalipsis y batalla de Armagedón», «Ser viejo o no», «Anti-Aging», «Grafeno: un elemento de gran futuro tecnológico», «Estadística de Hiroshima», «Vivir en la Luna», «La dieta mediterránea», «Can Ruti, historia de una ilusión», «El secreto de la longevidad en las ‘zonas azules'», «Atención a las caídas, de noche y de día», «La buena vida y la vida buena», «Vida biológica y vida cuántica», «Hospitales inteligentes», «Cosmonáutica y medicina espacial», «El maltrato y su gestión» y «Biología cuántica». Además, es autor de uno de los capítulos del libro «Vitalidad al envejecer. Si lo deseas, puedes vivir más años con salud», editado por la Real Corporación con el apoyo de Vichy Catalán.

El negro de Banyoles (bosquimano u hotentote)

Los museos retiran restos humanos de sus vitrinas, por compromiso ético y por respeto y dignidad. Los tiempos cambian, y mucho. Y una práctica común antes, hoy es una práctica cuestionable. Se trata de respetar los restos humanos que albergan diversos museos de Antropología o Ciencias Naturales. En España encontramos ejemplos en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el Museo de América, el Museo de Arqueología de Mérida, el Museo Nacional de Altamira… todos bajo la titularidad del Ministerio de Cultura. Se calcula que se conservan unos 15.000 restos humanos, especialmente momias egipcias, mesoamericanas o guanches en distintos museos de todo el mundo.

El bosquimano, u hotentote, del Museo Darder de Banyoles fue disecado en 1830 y llegó al museo en 1916, comprado por el propio Francesc Darder, naturalista y antropólogo. Según un estudio forense, el aborigen murió de fibrosis pulmonar o de tuberculosis mal tratada a los 22 años, aproximadamente. A lo largo de décadas, el bosquimano tenía tanto un interés turístico como educativo para toda clase de alumnos. Mi padre, Josep Maria Corominas, médico y prehistoriador, dirigió el museo varios años. Yo mismo, en 1959, realicé un trabajo sobre algunos de los restos que se conservan. El presupuesto del museo era muy pequeño para una correcta reorganización. Hace cinco años, gracias a las subvenciones del Ayuntamiento de Banyoles, ha renovado sus diferentes plantas y puede acoger exposiciones temporales y toda clase de conferencias y charlas.

Se nos plantean varios interrogantes a propósito de esta retirada de restos humanos de las vitrinas de los museos del Estado por orden del Ministerio de Cultura. Creo que el concepto depende de lo que queramos que sea un museo: un almacén de figuras antiguas o una museización de los vestigios de la antigüedad. En el caso de Banyoles, se aplicó en un museo de una ciudad de 15.000 habitantes el mismo criterio que a las momias egipcias de los museos de El Cairo, Londres o París. Y en el Darder, la supresión visual de bosquimano se tradujo en una disminución radical del número de visitas turísticas, lo que afectó a su funcionamiento.

Qué pasará si, como en Banyoles, desaparecen de la vista todos los restos humanos de los museos. El ejemplo del Darder indica que instalaciones similares pueden desaparecer de las guías turísticas y sufrir también una drástica disminución del número de visitantes. La momia guanche de Tenerife que fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional ha sido reclamado insistentemente por el Cabildo de la isla y Coalición Canaria. Se considera importante para la población y la dignidad de los canarios. ¿Pero se podrá exponer en su lugar de origen?