Montserrat Casanovas, catedrática de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Barcelona, presidenta de la Asociación Catalana de Contabilidad y Dirección (ACCID), de la Comisión de Economistas Docentes e Investigadores del Consejo General de Economistas y del Foro de Economistas en Mercados Financieros del Colegio de Economistas de Cataluña y académica de número y miembro de la Junta de Gobierno de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), invitó a los alumnos graduados de Derecho, Administración y Dirección de Empresas y Turismo de la Universidad de Lleida a seguir formándose para desarrollar su trabajo y a evolucionar al ritmo que exigirán sus funciones laborales y a no temer a tecnologías disruptoras como la Inteligencia Artificial durante su ceremonia de graduación, que se celebró el pasado 26 de mayo.
«La formación continua es ahora más necesaria que nunca, porque los avances de forma exponencial de la tecnología harán y hacen que cada día tengamos que aprender cosas nuevas. Hace ya bastantes años que la delimitación de las etapas de la vida -formación, trabajo y jubilación- ha quedado atrás. Hoy en día la etapa de formación se extiende a toda la vida de una persona. La formación continua o ‘lifelong learning’ no es una moda, es una exigencia. La rápida evolución tecnológica y de avances científicos en el momento actual, como la digitalización, la robótica, el internet de las cosas, la impresión 3D, la nanotecnología, el descubrimiento de nuevos materiales, las nuevas formas de almacenamiento de energía y de reciclar los residuos, el ‘blockchain’, las criptomonedas y todo lo relacionado con la física y computación cuántica, entre otros, nos obliga a una actualización de conocimientos y habilidades constante», inició la académica su discurso a los graduados.
Para Casanovas, más allá de la formación teórica, la creatividad, la innovación y la capacidad de trabajar en equipos mixtos, formados por robots y humanos, serán cualidades que, con independencia de la formación reglada, serán cada vez más valoradas en el futuro. «Los conocimientos son muy necesarios, pero no son suficientes, ahora se necesita capacidad crítica y analítica, una actitud proactiva en los ámbitos laborales, flexibilidad, buen nivel de comunicación en diferentes idiomas y esa capacidad de autoaprendizaje», añadió la ponente.
La académica abordó también la importancia de la Inteligencia Artificial, aunque contextualizándola. «Aunque actualmente la Inteligencia Artificial es ‘trending topic’, el concepto apareció ya en 1956, cuando la acuñó el informático John McCarthy, fundador del Laboratorio de IA del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Pero es hoy en día cuando se ha popularizado gracias a los avances con la computación y su capacidad de realizar trabajos hasta ahora humanos. De todos modos, estos cambios disruptivos ya los hemos visto a lo largo de la historia, como en los descubrimientos de la imprenta, la electricidad, el tren, los coches, la informática… En todos los avances y tecnológicos en los que intervienen las personas como usuarias se produce un fenómeno que pone en cuestión el mundo laboral. La IA progresará mucho más que el ChatGPT, que permite a los usuarios interactuar con modelos de lenguaje de última generación y realizar preguntas y obtener respuestas del tema que quieran. La IA nos afectará en todos los ámbitos de nuestra vida, ya que sus aplicaciones son muy variadas, pero la inteligencia emocional, afortunadamente, cuenta con la fuerza que tienen las emociones y los sentimientos para ayudar a ser y actuar en la vida. Hoy por hoy es impensable hablar de una Inteligencia Emocional Artificial», argumentó.
En este, Casanovas explicó que los avances de la neurociencia permiten evaluar lo que ocurre en el cerebro humano cuando toma decisiones explicando comportamientos intuitivos y poco racionales. Asimismo, Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía, explicó como la toma de decisiones se produce de una forma menos racional y más emocional. «Las emociones están presentes en todas las decisiones que toma el ser humano, lo que varía es el porcentaje en que estas influyen en la decisión final. Y son muy escasas las decisiones y comportamientos exclusivamente racionales o emocionales. Puede afirmarse que, en la inmensa mayoría de los casos se trata de decisiones y comportamientos híbridos, es decir, en parte racionales y en parte emocionales. Así que no temamos a la Inteligencia Artificial», concluyó.