Josep Ignasi Saranyana, profesor emérito de la Universidad de Navarra, miembro «in carica» del Pontificio Comité de Ciencias Históricas y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica el artículo «A qué llamamos novohispanismo», un texto incluido en el trabajo «Ideas religiosas en la configuración del imaginario mexicano», que recoge las lecciones que el académico impartió en la Cátedra Ernesto de la Torre de la Universidad Nacional Autónoma de México y se publicó en el número 100 de su «Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas», correspondiente al año 2014. En esta primera lección, el experto aborda el mestizaje cultural en México después de la llegada de los españoles, destacando el inicial choque de culturas entre los indígenas mesoamericanos y los españoles y el posterior mestizaje cultural y racial que dio lugar a la singularidad del país.
«Todo empezó hace unos 500 años, más o menos, cuando los españoles pusieron pie en estas tierras mexicanas. El encuentro entre los dos mundos fue muy dramático en Mesoamérica y alrededores, porque aztecas y mayas habían alcanzado niveles culturales importantes, aunque se hallaban en un ciclo histórico anterior con respecto a los recién llegados. Por ello, el pasmo de los indígenas fue total, y la organización política y social mesoamericana, que tenía componentes religiosos, culturales y lingüísticos muy elaborados, entró en conflicto no sólo con la mentalidad europea, sino consigo misma. Algunos textos contemporáneos hablan, incluso, de una especie de depresión colectiva, un fenómeno que los europeos conocemos muy bien, porque lo hemos padecido en diversas ocasiones. Otro detalle importante, que conviene recordar aquí, es que los castellanos eran demográficamente muy inferiores», inicia el académico su exposición.
En su tesis, Saranyana incide en la importancia del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco en el origen del denominado novohispanismo. Además de la Universidad de México como crisol de culturas y la redacción del «Nican mopohua» en lengua náhualt, en el que dos indígenas escribieron sobre temas cristianos. Asimismo explica la recepción del guadalupanismo y el fenómeno de conjunción entre dos culturas en la Nueva España y destaca la obra de Bernardino de Sahagún y el proceso de trasvasar conceptos de la filosofía y teología europeas al náhuatl. El académico ofrece ejemplos de cómo se traducían conceptos culturales entre uno y otro mundo, lo que permitió configurar una nueva cultura mestiza en la segunda mitad del siglo XVII e incluso una primera etapa de pensamiento novohispano.
Este pensamiento novohispano en la Nueva España estuvo marcado por figuras como sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza y Góngora y Juan José Eguiara y Eguren. Sor Juana Inés fue una destacada poeta y filósofa, mientras que Eguiara fue un destacado intelectual y escritor. Ambos abordaron temas como la evangelización pacífica y la integración de la cultura indígena en la cultura occidental. Otros intelectuales mexicanos también contribuyeron a la configuración de una visión propia y novedosa de la antropología, la arqueología y la teología y se enfrentaron al tardojansenismo europeo. En este contexto destaca la «Historia Antigua de México», de Francisco Clavijero, señala Saranyana en su argumentación.
«La maduración del novohispanismo se vio favorecida por la inflexión de la coyuntura mundial. El mundo europeo comenzó a salir de una profunda crisis social y económica, superadas las guerras de religión con la Paz de Westfalia (1648). La Revolución Gloriosa de Inglaterra estableció un nuevo orden político en el Reino Unido. Con la nueva política económica preconizada por Jean-Baptiste Colbert, ministro del Reino de Francia desde 1665, el Atlántico se transformó en una membrana semipermeable, con corriente osmótica en ambos sentidos, según la presión cultural. El océano, que nunca había sido una frontera infranqueable, ahora tuvo dos orillas que dialogaban», concluye Saranyana su argumentación.