Joaquín Callabed
Presidente del Club de Pediatría Social, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Zaragoza, de la Real Academia de Medicina de Cataluña y de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Carta publicada en el diario «La Vanguardia» el de 5 agosto de 2021

Joaquín Callabed, presidente del Club de Pediatría Social y académico de número y vicepresidente de la Sección de Ciencias de la Salud de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), responde a los movimientos antivacunas con un mensaje tan claro como conciso en una carta publicada en el diario «La Vanguardia» el pasado 5 de agosto. Para el académico, profundo conocedor y defensor de la bioética y la medicina humanista, si bien toda persona tiene derechos fundamentales como elegir lo que más le beneficie, también tiene dos deberes: evitar hacer daño con su conducta y respetar la ley. «Sin embargo -recuerda-, hay 80.000 personas que ya no podrán opinar».

«No tengo recetas maravillosas. Me permito su­gerir que los detractores de las vacunas lean al filósofo Paul Ricoeur para entender al otro, al que tenemos al lado. La bioética no se conforma con lo legal y aspira a lo óptimo. La justicia es el manto que debe cubrir el mayor bienestar de los ciudadanos y debe ser uniforme para todos», señala Callabed en una carta que responde a la invitación pública que lanzó el filósofo Norbert Bilbeny, en el artículo «Los antivacunas y la ética», publicado también en «La Vanguardia», para responder a los detractores de la vacunación contra la Covid.

En plena crisis del coronavirus, Callabed difundió a través de los canales de la RAED el artículo «Bioética y deliberación», donde definía a la bioética como «la salvaguarda de la prudencia y responsabilidad para épocas difíciles, para las circunstancias que amenazan a lo humano» y reflexionaba sobre los avances científicos y la repercusión de las últimas tecnologías que se han desarrollado sobre el origen de la vida (herencia, manipulación genética, clonación, reproducción asistida, anticoncepción, derechos del menor) y también al final de la vida (soporte vital, redefinición de la muerte, trasplantes, ingresos en unidades de cuidados intensivos…).

«La bioética es un camino necesario a recorrer. Hay que integrar los valores en la toma de decisiones para mejorar la calidad de los actos médicos. Ricoeur dice que la ética es ‘la mirada de una vida buena, con y para los otros’. La bioética surge como el puente necesario entre la ciencia y los valores porque la ciencia explica lo exacto, pero no lo justo y humano. Es un puente entre la ciencia y los valores que acompañan a los hechos y consiste en la transferencia de la ética universal a todo lo concerniente a la salud. Es una visión del mundo en la que los avances científicos deben ir unidos a los valores morales y ambientales en su progreso evolutivo dirigido al bienestar de la comunidad humana», señalaba, por otra parte, en el trabajo «¿Puede perdurar el humanismo en un mundo de superficialidad?», que presentó en la primera edición del proyecto Retos Vitales para una Nueva Era, impulsado por la Fundación Pro Real Academia Europea de Doctores junto a la RAED.

 

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