Miquel Ventura, presidente de la Fundación Mar y colaborador habitual de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), ha presentado el trabajo «Evaluar la calidad del patrimonio natural de las zonas euromediterráneas», donde analiza las diferentes leyes y medidas de protección natural que existen tanto en los diversos países del área mediterránea como a nivel europeo e insta a las autoridades a emprender medidas urgentes para paliar los efectos, ya notables, del cambio climático.
«El continente europeo es uno de los lugares del mundo donde desde la antigüedad el ser humano ha transformado más intensamente el entorno, siendo actualmente una de las zonas más pobladas del planeta con una profunda huella ecológica sobre el continente y el mar. La transformación histórica del medio natural ha evolucionado con las culturas que la han poblado conformando una estructura paisajística heterogénea que alberga una importante, interesante y compleja diversidad ecosocial. Pero durante los últimos 90 años el desarrollo económico e industrial de las sociedades europeas ha sido exponencial, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, generando efectos antagónicos sobre el medio ambiente y la naturaleza», inicia Ventura su reflexión.
Tras una evaluación de los niveles de protección, el estudioso se pregunta si estamos alcanzando nuestros objetivos de mejora y conservación de este patrimonio en el entorno euromediterráneo e insiste en destacar el «estado de conservación» que ya contemplan las normativas teniendo en cuenta varios conceptos de suma importancia como son el área de distribución de las especies, el estado de las poblaciones objetivo, la superficie del hábitat y los más adecuados para cada especie, su estructura y funciones, así como las perspectivas de futuro. Este debe ser el punto de partida para establecer una prioridad de actuaciones.
En este sentido, Ventura incide en la necesidad de abordar estas cuestiones desde un ámbito transnacional, ya que «el grado de conformidad y la calidad de los datos de los informes nacionales son muy insuficientes y para ello deben mejorar en gran medida los programas de seguimiento específicos mediante protocolos de estudio estandarizados y eficaces», considera. «Hemos de ser capaces de hacer comprender a los poderes políticos de cada Estado y, de forma transversal a sus poblaciones, que la calidad del medio ambiente y del entorno es una prioridad fundamental e ineludible si queremos asegurarnos un futuro sano y en equilibrio con la naturaleza. Para ello es esencial socializar el concepto de ecología en la sociedad y entender que invertir en conservación y protección del patrimonio natural es sinónimo de mejora del capital natural del cual dependen nuestra economía, nuestra salud y nuestro bienestar», concluye.