Oriol Amat, rector de la Universidad Pompeu Fabra y académico supernumerario de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona sobre el fin de las concesiones de las autopistas en Cataluña hace ahora un año, el desmantelamiento de los peajes y la necesidad de un nuevo modelo que permita afrontar el coste de unas vías que conectan España de norte a sur por el litoral Mediterráneo en el artículo «Autopistas sostenibles y sin asimetrías», publicado en «El Periódico» el pasado 31 de agosto. Amat reclama la despolitización de este tema, que a su entender debe ser objeto de un pacto de estado que permita aplicar la misma política en toda España.
«El tema de las autopistas y los peajes es controvertido desde hace décadas, especialmente en Cataluña, por los agravios y asimetría que hay en infraestructuras de los que ya he hablado en otras ocasiones. Hoy trataré sobre la eliminación de los peajes en la mayoría de autopistas, que ha solucionado una parte del agravio, pero está creando nuevos: más congestiones de tráfico y siniestralidad, falta de presupuesto de mantenimiento que incrementa la inseguridad…», inicia el académico su argumentación.
Para Amat, ante el gran incremento de circulación y siniestralidad en estas autopistas liberadas, urgen inversiones urgentes para mejorar las vías alternativas, ampliar el número de carriles y acabar el corredor ferroviario mediterráneo para reducir el tráfico de camiones. Asimismo, propone explorar la implantación de la velocidad variable en función del volumen de tráfico. En cuanto al mantenimiento, recuerda que en toda la red viaria española tiene un coste de unos 4.000 millones de euros al año. «En las autopistas de peaje se paga normalmente entre 10 y 12 céntimos por kilómetro, lo que incluye la gestión, la recuperación de la inversión y el mantenimiento. Si solo se tiene que pagar por el mantenimiento, hablaríamos de unos tres céntimos por kilómetro», señala.
«La Unión Europea, en su Directiva sobre el Sistema Europeo de Telepeajes, lo dice muy claro: no puede haber asimetrías entre países, y se tiene que pagar por uso y quien contamina más tiene que pagar más. Pero no olvidemos que, después de tantos años de peajes, nadie quiere oír ni hablar de ellos, pero esto quiere decir que el mantenimiento y las inversiones se pagan con el presupuesto público y, por lo tanto, lo paga todo el mundo, los que circulan por las vías y los que no. Esto es un problema por el elevado déficit público que hay y el que se irá generando con otras partes del Estado del bienestar (pensiones, salud…)», concluye.