Josep Ignasi Saranyana, profesor emérito de la Universidad de Navarra, miembro «in carica» ​​del Pontificio Comité de Ciencias Históricas y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica el artículo «Las cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano en su contexto teológico (1955-2007)», donde repasa el medio siglo transcurrido desde la primera Conferencia General del Episcopado de América Latina, celebrada en Río de Janeiro, hasta la última de «Aparecida«. El trabajo se publicó en el último número de la revista «Scripta theologica», editada por la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, volumen 54, correspondiente a este 2022.

El autor enmarca su estudio en el contexto teológico de cada una de las cinco conferencias y señala lo más destacado de sus conclusiones. Para Saranyana, esas asambleas episcopales prueban que hay una teología pastoral específicamente latinoamericana. No obstante, advierte que si hasta ahora había que evitar exageraciones eurocéntricas, ahora toca soslayar un excesivo latinoamericanismo. «Después del exitoso ensayo del Plenario celebrado en 1899, preparado en Roma y desarrollado bajo la tutela de la Santa Sede, el Código de Derecho Canónico reconoció la nueva figura de las conferencias episcopales supranacionales. Desde la primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Río de Janeiro en 1955, se han sucedido otras cuatro: Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007). La costumbre es citarlas por el nombre de la ciudad donde tuvieron lugar. Las dos primeras coincidieron con sendos congresos eucarísticos internacionales: el XXXVI Congreso Eucarístico de Río Janeiro y el XXXIX Congreso Eucarístico de Bogotá«, recuerda el teólogo.

Dr. Josep Ignasi Saranyana

Dr. Josep Ignasi Saranyana

Saranyana sitúa el inicio de estas conferencias en un momento en el que preocupaba la escasez de vocaciones latinoamericanas y la expansión de las confesiones protestantes, aunque su momento cumbre, centrado en Puebla, fue la expansión por toda la región de la denominada teología de la liberación. «Durante la década de los 70, la teología de la liberación había alcanzado, en sede académica, una configuración técnica notable, y, aunque las conclusiones de Puebla evitaron referirse a ella, la Santa Sede tuvo que enfrentarse con esas propuestas teológicas al poco de concluir la conferencia, en tres documentos de innegable calidad teológica: las instrucciones ‘Libertatis nuntius’ (1984) y ‘Libertatis conscientiae’ (1986), y la encíclica ‘Redemptoris missio’ (1990). En la década de los 80, al debate liberacionista se sumó la diatriba sobre la historia de la evangelización americana, en el marco de las celebraciones del quinto centenario», explica.

Sobre la última de estas conferencias, la de «Aparecida«, el autor recuerda el debate precedió a su celebración sobre si las conferencias episcopales expresan la colegialidad y la comunión eclesial, de una forma parcial o completa. Tras detenido estudio se llegó al motu proprio «Apostolos suos», de 1998, y a él se remitía la Secretaría de Estado vaticana, en el intento de bloquear una quinta conferencia y cambiarla por un sínodo especial de obispos. «La oportuna distinción entre fe y teología facilitó la convocatoria. Por presiones externas, el trabajo de Aparecida se deslizó hacia la ardua cuestión de la inculturación, es decir, incidió en el diálogo con las formas religiosas precolombinas y en el tema de la única mediación de Cristo. Después de amplia reflexión, y en un contexto pacífico y fraternal, salió a flote una teología de la evangelización que satisfizo a todas las instancias; una teología que alimenta el programa pastoral del papa Francisco«, concluye Saranyana.

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