Joan Francesc Corona, académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) y director del Instituto de la Empresa Familiar, habló sobre la anunciada recuperación turística de la legendaria Ruta de la Seda durante el IV Acto Internacional-Congreso Europeo de Investigaciones Interdisciplinarias de la RAED, que se celebró el pasado mes de julio en diversas capitales del Mediterráneo. Corona expuso el trabajo «La resurrección de la Ruta de la Seda», en el que esbozó los retos y el potencial de este ambicioso proyecto impulsado por el Gobierno chino.
«En un discurso pronunciado en 2013, el presidente de la República Popular China Xi Jingping oficializó el proyecto de revitalizar la antigua Ruta de la Seda, que indudablemente supone el mayor desafío de la economía mundial para el siglo XXI, con el indisimulado objetivo de consolidar definitivamente a China como la gran potencia global. El impacto económico del proyecto es de un alcance difícil de imaginar, ya que contempla una auténtica revolución en las infraestructuras de transporte de pasajeros, mercancías, materias primas, recursos energéticos y tecnología avanzada», inició el académico su intervención.
Para el académico, el interés real de esta histórica ruta comercial radica no ya en el intercambio de bienes, sino en el primer gran contacto pacífico entre civilizaciones y la conexión entre religiones, arte, cultura y conocimientos que supuso un gran enriquecimiento, por primera vez a un nivel global. Corona también destacó en su trabajo el celo de los emperadores chinos en mantener el monopolio del secreto de la sericultura, hasta el punto de que el intento de sacar el secreto del país estaba penado con la muerte.
A la hora de definir la ruta, Corona explicó que se trataba, en definitiva, de diversas rutas. Las principales eran por vía terrestre, aunque también existían algunos tramos marítimos. La ruta terrestre principal, que de forma casi continua estuvo operativa desde el siglo II antes de Cristo hasta el siglo XV se extendía desde la actual Xian, en China, hasta Constantinopla y Roma, existiendo numerosas variantes de extensión de la misma tanto a nivel longitudinal como transversal.
El académico se detuvo en la figura de Marco Polo, a quien Kublai Khan, emperador mongol que desde 1260 se había hecho con el poder en el imperio chino creando la dinastía Yuan, convirtió en persona de su máxima confianza, hasta el punto que le otorgó un cargo oficial que le permitió viajar por extensas partes del imperio con la finalidad de elaborar informes para el emperador.