Dr.Joaquín Callabed

Dr. Joaquín Callabed

Joaquín Callabed, presidente del Club de Pediatría Social, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Cataluña y académico de número y vicepresidente de la Sección de Ciencias de la Salud de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), presenta a la comunidad académica una serie de reflexiones sobre la historia y la importancia de las plantas medicinales desde los albores de la humanidad en diversas civilizaciones, recogidas en los artículos «Las plantas medicinales en el Antiguo Egipto», «Plantas medicinales en la medicina hebrea», «Las plantas medicinales de la India», «Las plantas medicinales de Mesopotamia», «Las plantas medicinales en Persia», «Confucio y las plantas medicinales en China» y «Las plantas medicinales de Japón», publicados entre los pasados 8 de octubre y 7 de noviembre en la sección «Lectores expertos» de la edición digital del diario «La Vanguardia», de cuya comunidad de lectores forma parte activa.

En «Las plantas medicinales en el Antiguo Egipto», el académico explica cómo en el papiro de Ebers, descubierto en Luxor en 1873, encontramos un millar de prescripciones terapéuticas. «Los egipcios utilizaban las plantas en infusión, polvo, pasta, aceite, supositorios, fumigaciones, lavados, irrigaciones, lociones, linimentos y colirios. La medicina podía ser administrada por un médico, por un mago o por un sacerdote de la diosa Skhmet. Administraban los medicamentos mezclados con cerveza, vino, agua y miel. El aceite era poco empleado y preferían triturar los granos oleaginosos como el sésamo, ricino o lino y mezclarlo con el polvo de la planta elegida. A veces se añadía la harina de una gramínea como trigo o cebada», detalla.

Por su parte, en «Plantas medicinales en la medicina hebrea», señala que esta cultura médica es teúrgica, comunicada con divinidades, e incluida en la Biblia y el Talmud y deudora en buena parte de la medicina del Antiguo Egipto. «La cultura médica de los hebreos es básicamente teúrgica, es decir, comunicada con sus divinidades que operaban prodigios. Toda su ciencia está incluida en la Biblia y posteriormente en el Talmud: ‘Yo soy tu Señor, y solamente yo, tu médico’. A su salida de Egipto, los hebreos llevaron consigo unos conocimientos prácticos elementales, que permitieron a Moisés redactar las leyes de higiene bien conocidas. Después del retorno de la cautividad de Babilonia, la medicina comenzó a ser universalmente practicada y reconocida», explica el experto.

En «Las plantas medicinales de la India», Callabed aborda el papel de los sacerdotes de la casta de los brahmantes, a quienes se les puede considerar iniciadores de la medicina hindú. «En la India se creó una terapéutica suave y espiritual. El yoga es un buen ejemplo, que todavía subsiste. Los sacerdotes de la casta de los brahmantes, llamados megostenes, emplean medios más racionales y se les puede considerar como iniciadores de la medicina hindú, en contraposición a los vaidios, cuyo carácter básicamente sacerdotal les inducía a emplear conjuros y sacrificios para anular el poder de los dioses nefastos y al mismo tiempo incitar a los dioses buenos a que se manifiesten propicios con el enfermo», expone.

Oriente próximo ocupa su reflexión en «Las plantas medicinales de Mesopotamia», una cultura que apreciaba mucho la magia, la adivinación y la astrología. «Si bien es cierto que en las tierras regadas por el Tigris y el Éufrates los conocimientos médicos no estuvieron tan desarrollados como en Egipto, y que la disciplina médica no gozó de la elevada categoría que tuvo en el país de los faraones, la existencia de una serie de textos ‘médicos’ que abarcan más de quince siglos prueba el interés de las gentes mesopotámicas por buscar los remedios a todos aquellos males que les afligían en su vida diaria. En Mesopotamia se conocían las virtudes de las plantas y se utilizaban en algunas ocasiones», argumenta.

Por otra parte, «Las plantas medicinales en Persia», el académico certifica que la antigua medicina irania, su práctica y su estudio tiene una historia larga y prolífica influida por diferentes tradiciones médicas que vinieron de Grecia, Egipto, India y China durante más de 4.000 años. «La medicina persa se consolidó para formar un núcleo de conocimientos que permitió establecer las bases de la medicina en Europa en el siglo XIII, escuelas iraníes como la Academia de Gundeshapur, donde se impartía medicina, filosofía, teología y ciencias, fue un terreno fértil para los científicos de diferentes civilizaciones», considera.

En «Confucio y las plantas medicinales en China», el experto explica que el método de la medicina tradicional china es holístico: no se pueden comprender las partes si no es en relación con la totalidad. «La medicina china está íntimamente ligada a su bellísima filosofía. Confucio estimulaba al hombre a conseguir la máxima sabiduría no en beneficio propio, sino de la colectividad que se refuerza más con la doctrina de Mo-tsen que predica el amor universal. A la cultura china le debemos el descubrimiento del ruibarbo, que lo utilizaban para corregir el estreñimiento y el opio con el que aliviaban los dolores. La gran aportación a la medicina fue la acupuntura», señala.

Finalmente, en «Las plantas medicinales de Japón», el académico argumenta que medicina arcaica japonesa se basaba en lo sobrenatural y las enfermedades eran debidas a malos espíritus. «Las primeras plantas medicinales del Japón fueron estudiadas en el siglo VIII por un bonzo chino, Kam-Jin, emigrado al Japón, y que fue el médico del emperador. La emperatriz Komyo, conocida por su caridad hacia los pobres, su piedad hacia los enfermos y su fuerza de voluntad en el poder que ella ejerció, hizo establecer una lista de medicamentos destinados a los enfermos. Esta lista fue depositada por ella en el Todaiji-Shoroin, el más viejo edificio de madera del mundo, donde se encuentra todavía como documento enrollado en una pieza de madera. Esta lista comprende 60 medicamentos, de los que la mitad son de origen vegetal. Se trataba de plantas farmacológicamente activas y que permitían un empleo terapéutico bastante extendido», concluye.