La Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) analizó el pasado 28 de noviembre, en una sesión que se celebró en la Sala B del edificio Fomento del Trabajo, sede académica, los idearios «woke» y «queer», que abarcan los campos políticos y legislativos de la última década en el mundo occidental, en la sesión «Biología y cultura en los movimientos ‘queer’ y ‘woke'». La mesa del debate estaba constituida por Silvia Carrasco, profesora de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona; Neri Daurella, psicóloga y psicoanalista; Jaume Llopis, académico numerario y miembro de la Junta de Gobierno de la RAED; Josep Ignasi Saranyana, teológo, académico emérito de la RAED y miembro de número del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, y Joaquim Gironella, académico numerario de la RAED, que introdujo y moderó el debate.

Gironella inició la ronda con una breve introducción histórica del origen de los dos movimientos sociales, aparecidos inicialmente en Estados Unidos, con una amplia mirada retrospectiva hacia el siglo XIX, su punto de partida intelectual. Refirió el papel de Friedrich Nietzsche, quien afirmó que la identidad es un devenir de cambio permanente y que se estructuraba con el lenguaje. Un pensamiento que retomó Michel Foucault en los años 70 del siglo XX llevándolo al terreno social, afirmado que la estructura social determina el significado de los conceptos que se convierten en verdad. Por su parte, la pensadora estadounidense Judith Butler prosiguió con esta línea de pensamiento y como principal referente intelectual en la doctrina «queer», sugiriendo que el género se construye por la acción y el habla, abogando por una perspectiva más amplia de la identidad de género. Respecto al pensamiento «woke», el término transgénero se considera como una identidad válida y se aboga por el respeto y la igualdad de derechos de las personas que han aceptado una transición de género. En síntesis, el sexo es biológico y género es una configuración social de lo biológico. Para ambas doctrinas los roles masculinos y femenino son invenciones culturales.

Durante el debate, el académico y filósofo Francesc Torralba, al ser requerida su posición sobre el tema, manifestó tanto la actualidad como la complejidad de la temática, y remarcó la importancia de la vertiente médico-quirúrgica para la resolución de los casos en el cambio de sexo al ser amparados estos por la ley. Hecho relevante de toma de consciencia al que se suma la incoherencia entre el código ético médico y la legislación vigente.

Silvia Carrasco explicó que desde 2014 se han ido aprobando en los parlamentos autonómicos y sin debate social más de 40 leyes trans en educación, sanidad y otros ámbitos. «Estamos asistiendo a una penetración ideológica en toda regla, también a través de los medios de comunicación que pretenden instalar una nueva verdad contraria a la ciencia, a la razón y los derechos de las mujeres y de la infancia. Sostienen y transmiten en la escuela que el sexo se puede cambiar y escoger, que se puede nacer en un cuerpo equivocado, y que es un sentimiento definido por los más rancios estereotipos de género asociados tradicionalmente a ser mujer o a ser hombre», argumentó. La experta señaló que tras diversos estudios la «infancia trans» no existe, pero se está fabricando a gran escala: cada vez se atiende a más menores y a más niñas y mujeres jóvenes. Solo entre 2016 y 2021 creció un 5.700% el grupo de niñas 10 y 14 años de edad, sin que nadie se inmute, recetando hormonas en la primera visita, mientras en Suecia, Finlandia y el Reino Unido están dando marcha atrás.

Por su parte, Neri Daurella consideró que si la teoría «queer» fuera un mero ejercicio intelectual en universidades norteamericanas, donde las consecuencias se limitarán a la cancelación de contratos de profesores discrepantes, no cabría preocupación. «Pero en el mundo globalizado actual lo que pasa en California repercute en nuestro entorno en tiempo récord. Aquí, esta ideología posmoderna, caracterizada por un amplio subjetivismo o relativismo, radicalmente escéptica sobre el conocimiento científico (por ejemplo, el que considera que el sexo es una realidad biológica y el género un constructo sociocultural) está afectando a ámbitos tan influyentes en nuestra sociedad como son las leyes estatales y autonómicas, los protocolos de atención a la salud de niños y adolescentes, y la confusión de padres y madres sobre  su función parental, llegando a imponerles una neolengua a la hora de referirse a sus propios hijos», señaló.

Jaume Llopis explicó que el dinamismo del cambio y las nuevas tendencias sociales se desarrollan a gran velocidad, a través de las redes sociales. Y las empresas exitosas son las que se adaptan constantemente al cambio. «De los nuevos movimientos sociales, las empresas tienen que contemplar el negocio o el no negocio que suponen. Cada vez más consumidores toman sus decisiones de compra considerando la responsabilidad social de la empresa, por lo que muchas empresas incluyen en su estrategia su posicionamiento respecto a diversos temas sociales como la diversidad de género y la libertad sexual. Hay que tratar estos temas con una comunicación clara, ya que pueden convertirse en un arma de doble filo. Ser pioneros o puntas de lanza de reivindicaciones no mayoritarias, es decir, ir en contra del grueso de sus clientes, puede resultar peligroso y contraproducente», expuso.

Josep Ignasi Saranyana, por su parte, apeló a la tradición cultural occidental para reseñar una tradición milenaria que, desde su primer origen, mantiene una dualidad de sexos donde la relación de lo masculino con lo femenino se complementa. Incluso la imagen de Dios está constituida por los dos pares, considerados complementariamente. «Hombre y mujer son esencialmente iguales, aunque accidentalmente distintos. La diferencia está orientada a la comunión espiritual y a la atracción física. Se señala expresamente que la mujer debe ser amada por el hombre. Sin embargo, la armonía inicial ha sido trastocada por el pecado original, que, entre otras cosas, ha provocado el dominio del varón sobre la mujer. Esa violencia constituye un castigo, que tergiversa por completo el modo de vivir la diferenciación sexual, y afecta también al hombre. La tradición anuncia también un redentor futuro que, como se entrevé por el contexto, resolverá de una vez por siempre la tergiversación de la diferenciación sexual. Es ajena a la genuina cultura judeo-cristiana la separación entre género y sexo, exasperada por ideas que son extrañas a nuestra cultura tres veces milenaria», argumentó.

En sus conclusiones, Gironella apeló al sentido común y el ser natural por encima de las consideraciones sociales. «Estamos, como muy bien remarca la psicóloga Neri Daurella, ante una ideología postmodernista en donde el relato es más importante que la estadística, en donde el discurso condiciona la sentencia de un tribunal como el de la opinión pública. La patente desconfianza a la razón y a la ciencia construye una realidad puramente discursiva en donde lo cultural substituye a la naturaleza. Y el sexo es naturaleza en su máxima potencia», concluyó.