José Ramón Calvo, asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina del País Vasco y académico de número y presidente del Instituto de Cooperación Internacional de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), abrió el pasado 15 de enero un nuevo Ciclo Telemático de la Academia de Ciencias, Ingenierías y Humanidades de Lanzarote, de la que es académico numerario. Las sesiones llevaron como título genérico «Consecuencias del calentamiento global antropogénico» y Calvo impartió la dedicada a las «Consecuencias en la salud humana». Este foro fue una reflexión académica abierta que se celebró entre ese día 15 y el 19 de enero, en la que también participaron Abelardo Bethencourt, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid y académico numerario de la Academia de Lanzarote; Roque Calero, catedrático de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y también académico de número de la Academia de Lanzarote; Tony Gallardo, experto en gestión de espacios naturales y reservas de la biosfera y también académico numerario de la misma corporación, y Francisco González de Posada, catedrático Universidad Politécnica de Madrid, académico de honor de la RAED y presidente de la Academia de Lanzarote.
El experto inició su argumentación partiendo de las conclusiones que, en el año 2015, realizó la Comisión de Salud y Cambio Climático de la prestigiosa revista científica «The Lancet», que ya señalaba hace casi una década que la salud es y será afectada por los cambios de clima a través de impactos directos como olas de calor, sequías, tormentas fuertes y aumento del nivel del mar, e impactos indirectos como enfermedades de las vías respiratorias y las transmitidas por vectores, inseguridad alimentaria y del agua, desnutrición y desplazamientos forzados. Asimismo, recordó que la Organización Mundial de la Salud ha advertido que la salud de millones de personas podría verse amenazada por el aumento de enfermedades como el paludismo, la desnutrición y otras transmitidas por el agua. «En la mayoría de los estudios científicos se proyectan los efectos que el cambio climático tendrá sobre la salud de la población. Ya en septiembre de 2013 el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, en su quinto Informe de Evaluación (WGI-AR5), que describe y sintetiza e conocimiento sobre los aspectos científicos físicos del sistema climático y el cambio climático, confirmaba que el calentamiento del sistema climático es inequívoco y que la influencia humana es el factor dominante de este cambio», explicó el ponente.
Para Calvo, el cambio climático no puede considerarse un fenómeno exclusivamente ambiental, sino que deben contemplarse también las profundas consecuencias económicas y sociales que comporta y, en especial, su influencia sobre la salud pública. «La comunidad internacional no ha sido ajena a este tema y ya en 2008, en la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud, 193 países asumieron la urgencia de desarrollar medidas en salud integradas en los planes de adaptación al cambio climático, reconociendo así su impacto en la salud pública. Numerosos determinantes medioambientales y sociales de la salud se verán afectados por el cambio climático. Es un reto significativo para la acción en salud pública. Los modelos que resumen los impactos en la salud de los individuos sitúan los cambios climáticos regionales, los eventos extremos y las olas de calor, las precipitaciones y las temperaturas, como factores que influirán en los agroecosistemas, en la demografía y socioeconomía, en las vías de contaminación biológica y en la dinámica de transmisión de enfermedades», añadió.
El académico citó como enfermedades cuyo crecimiento está directamente con el cambio climático el dengue, el paludismo o malaria, el cólera, la diarrea por salmonelas y otros microorganismos entéricos, la desnutrición, el estrés térmico, la hipotermia, el asma, el tracoma (infección ocular que causa ceguera), las enfermedades cardiacas y respiratorias, varias infecciones en la piel, el sistema digestivo y el aparato respiratorio, el cáncer de piel y las cataratas. «El cambio climático afecta la disponibilidad y calidad de los alimentos, que agrava las crisis alimentarias y nutricionales y fomenta la propagación de enfermedades transmitidas por el agua y por vectores. Los extremos térmicos contribuyen directamente a las defunciones por enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, entre otras», expuso.
El presidente del Instituto de Cooperación Internacional de la RAED insistió en que el cambio climático no es solo un problema para las generaciones futuras, recordando que analizando solo unos pocos indicadores de salud se prevé que entre 2030 y 2050 el cambio climático cause unas 250.000 muertes adicionales cada año solo como consecuencia de la desnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés térmico, de las cuales 38.000 por exposición de personas ancianas al calor, 48.000 por diarrea, 60.000 por paludismo y 95.000 por desnutrición infantil. Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, 3.600 millones de personas viven ya en zonas muy vulnerables al cambio climático. «Durante la última década, la tasa de mortalidad debida a fenómenos meteorológicos extremos en las regiones vulnerables fue 15 veces mayor que en las regiones menos vulnerables», concluyó.