Joaquín Callabed, presidente del Club de Pediatría Social, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Cataluña y académico de número y vicepresidente de la Sección de Ciencias de la Salud de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), invita a la comunidad académica a realizar un recorrido cultural por Europa de la mano de los artículos «Paseo por los viejos cafés de Roma», «Pinceladas navideñas en Venecia», «Los enamorados de la Bretaña», «El rastro artístico del exilio de Goya en Burdeos», «La verdad de Gustave Flaubert en Rouen» y «Van Gogh en Auvers-sur-Oise», que ha ido publicando entre el pasado mes de octubre y este mes de enero en la sección «Lectores corresponsales» de la edición digital del diario «La Vanguardia», de cuya comunidad de lectores forma parte activa.
En «Paseo por los viejos cafés de Roma», Callabed realiza un completo recorrido por la ciudad que ha seducido a artistas de todas las épocas, visitando lugares emblemáticos que sirvieron de inspiración a pintores, cinematógrafos y poetas que han sabido conservar viva su esencia gracias al respeto que Roma y los romanos han tenido hacia ellos. «Roma fue un rompeolas de gente ilustre en la historia, como Lutero, Ignacio de Loyola y Felipe Neri que impregnaron a la Iglesia de sentido social profundo. En la Via del Tritone y la Via del Corso se hicieron concesiones urbanísticas y mutilaron de algún modo una parte de la ciudad. Se respetaron, por supuesto, las bellas iglesias», señala recomendando un largo itinerario para los enamorados de la urbe y, en general, del arte y la buena vida.
Por su parte, en «Pinceladas navideñas en Venecia» recorre otra imprescindible ciudad italiana para sumar a sus encantos de cualquier época del año su hechizo navideño. Centra su ruta en los museos y lugares de culto de la ciudad y suma a su visita un paseo por Murano, Burano y Torcello. «Venecia es un rincón para soñar todos los días del año, pero en Navidad también tiene unas pinceladas especiales. Comienzo el día visitando San Marco y su exquisita iglesia bizantina. Los mosaicos me transportan un momento a Ravena, con su delicioso San Vitale y el mausoleo de Gala Placidia. En el Café Florian no reciben antes de las diez. Creo que ha perdido glamour y necesita ‘aggiornamento’. Combato el frío matutino en un café próximo que tiene música de piano en vivo. Se deslizan los dedos por un teclado que lo devuelve como ¡qué triste está Venecia sin tu amor! Charles Aznavour pone una nota lírica esta ‘gelida matina'», inicia su relato.
En «Los enamorados de la Bretaña», el académico invita a una detenida visita de pequeños municipios bretones como Dinan o Saint-Servan, con una arquitectura uniforme que mantiene un ritmo armónico con la naturaleza y la tenue lluvia atlántica. «Saint-Servan es una bella sorpresa a poca distancia del bullicio del bello Saint-Malo. Y en Dinan está el conjunto artístico mejor conservado de la Bretaña. Se recuerda a Bertrand del Gresclin, vencedor de Thomas de Canterbury en la lucha contra los ingleses. Su corazón reposa en la iglesia de San Salvador. Una estatua de Emmanuel Fremier inmortaliza al héroe y símbolo de la ciudad. El conde de Garaye es otro personaje singular», apunta.
Callabed prosigue su recorrido en otra ciudad francesa, Burdeos, donde sigue la huella de Francisco de Goya, que residió allí entre 1824 y 1828, cuando murió. «Burdeos es ciudad con bella historia, cuna de personajes ilustres como el ensayista Michel de Montaigne, alcalde de la ciudad entre 1581 y 1585; Montesquieu, considerado como el símbolo del esplendor del siglo XVIII; y François Mauriac, novelista brillante que consiguió el premio Nobel de Literatura. Francisco de Goya estuvo allí entre 1824 y 1828. Acudió como exiliado, con Leocadia Weis y sus dos hijos, Guillermo y Rosario. Y encontró un grupo de amigos y artistas que le permitieron vivir y desarrollar su arte a pesar de su avanzada edad. La ciudad de Burdeos le recuerda con afecto y le dedicó una calle. Goya decidió exiliarse en Burdeos decepcionado y temeroso de la política absolutista de Fernando VII. Allí se refugió en 1824 tras el trienio liberal», explica el presidente del Club de Pediatría Social.
En «La verdad de Gustave Flaubert en Rouen», prosigue su viaje en la capital de la Normandía, tierra natal del gran novelista francés del siglo XIX, al que la ciudad dedica un museo. «Se conserva la habitación donde nació el escritor, las escaleras por donde correteaba en su infancia. Está disecado el loro Lulú presente en su obra. Hay un retrato de aire romántico de Maxime de Champ, amigo con el que recorrió la Bretaña e hizo un viaje a Oriente que le serviría de inspiración para su obra ‘Salambo’. El museo se ha convertido en un centro de peregrinación internacional. En el jardín hay un bello monumento al escritor realizado por Henri-Michel-Antoine Chapu, con mármol de Carrara blanco. Fue una iniciativa de Edmond Huot de Goncourt y Guy de Maupassant«, señala.
Por último, en «Van Gogh en Auvers-sur-Oise», Callabed recorre el pequeño municipio de la Provenza francesa que se convirtió en el último refugio del pintor Vincent van Gogh hasta su muerte en 1890. «L’Auberge Ravoux sirvió de pensión a Van Gogh cuando llegó el 20 de mayo de 1890. El precio era 3,50 francos por día y tenía siete metros cuadrados. Evoca las condiciones de vida de un pintor de finales el siglo XIX. Ya no se alquiló más esta habitación tras la muerte del pintor. El albergue está clasificado como monumento histórico», señala antes de evocar su propia ruta por la casa del doctor Gachet, el médico local que acogió al pintor, el museo de la Absinta, el Chateau de Auvers, habilitado para explicar con audiovisuales la historia del impresionismo, y el Museo Daubigny.