Lluís Serra Majem, reconocido epidemiólogo, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reconoce el esfuerzo de las autoridades chinas y su sistema público de salud en la gestión de la epidemia de coronavirus Covid-19 para combatir la enfermedad y limitar su contagio y pide a las autoridades de otros países y a la opinión pública internacional que no incidan en la reacción agresiva y en la medidas de aislamiento o estigmatización fuera de todo rigor que se están produciendo contra China o los ciudadanos de origen chino.
«En primer lugar creo que China, aislando un territorio de 50 millones de habitantes -aspecto difícil de compartir, pero efectivo- ha ayudado a contener una infección que ya tendría, en otras circunstancias, carácter de pandemia mundial. A pesar de ello, el mundo, en vez de agradecer este esfuerzo, desarrolla una reacción contra China y todo lo chino de proporciones totalmente injustas y la economía China se paraliza. El PIB Chino cae y las expectativas de crecimiento ya se han desplomado un 20%», considera este experto, que preside la Academia Española de Nutrición y la Fundación para la Investigación Nutricional.
En un ejercicio de ofrecer una medida justa de la enfermedad y su incidencia, Serra Majem señala que «el Covid-19, que causa síntomas respiratorios, se transmite por vía aérea. No se sabe si puede transmitirse también por otras vías, pero serían minoritarias. Hasta ahora se han diagnosticado unos 45.000 casos, pero es muy probable que a estas estadísticas escapen muchos casos más de mayor levedad o incluso asintomáticos. Por cada persona enferma se infectan 2,2 personas más (como en el caso de la gripe) y es posible, no seguro, que también transmitan el virus personas asintomáticas en periodo de incubación de la enfermedad o con sintomatología leve. La tasa de mortalidad se ha estimado en el 2,5% de los enfermos; pero si incluyéramos los casos asintomáticos o muy leves es posible que estuviera entorno al 1% o incluso menos, según apuntaban hace unos días epidemiólogos de la Escuela Imperial de Londres.
Por otro lado, es grotesco el baile de mascarillas que estamos viendo por doquier: es importante remarcar que este tipo de mascarillas son útiles para evitar la transmisión cuando somos sintomáticos pero su uso en personas sanas para la prevención del virus y evitar el contagio no parece en absoluto útil. Sería mucho más eficaz lavarse las manos periódicamente».
El académico de la RAED aconseja a cualquier ciudadano preocupado con esta epidemia que trate la información con rigor y tenga muy en cuenta la gran cantidad de ‘fake news’ que circulan al respecto. «Por último, quiero terminar insistiendo que nos toca hacer vida completamente normal. Sin fobias ni reacciones contra ningún país o etnia. Debemos entre todos frenar esta alarma infundada y esperar que autoridades y profesionales de la medicina preventiva y la salud pública, inmunólogos, virólogos… controlen pronto esta nueva enfermedad como hicieron con el SARS hace unos años. Para ello es necesario fortalecer, y no recortar, los presupuestos destinados a la vigilancia epidemiológica y a la salud pública tanto a nivel regional, como nacional o internacional. Pues de lo contrario las pérdidas y las consecuencias de este u otro virus futuro sí podrían ser fatales», concluye.