José Ramón Calvo
Asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, director del Club de Excelencia de Ubbiquo Business School y académico de número y presidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Artículo publicado en el portal especializado Atalayar el 22 de junio de 2021

José Ramón Calvo, asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, director del Club de Excelencia de Ubbiquo Business School y académico de número y presidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona sobre la falta de un criterio común de actuación de la Unión Europea frente a la crisis sanitaria provocada por la Covid-19 en el artículo «Europa en claroscuro: salud y pandemia», publicado en el portal especializado Atalayar el pasado 22 de junio. Esta reflexión se enmarca en la segunda serie de aportaciones expertas acerca de la acción de la Unión Europea frente a la pandemia realizada en el marco de la Conferencia sobre el futuro de Europa organizada por la Comisión Europea por el colectivo Citizens Pro Europe, que preside la también académica numeraria y vicepresidenta de la RAED Teresa Freixes.

Para Calvo, la irrupción de la pandemia en Europa pilló de improviso a unos sistemas sanitarios que pregonaban la excelencia, pero que pronto se vieron desbordados por la realidad de un virus del que apenas se conocía nada y con un elevado poder de contagio. Ni los medios materiales ni personales estaban a la altura de una situación para la que ni siquiera existía un plan de contingencia. En cuanto a la Administración europea, las carencias fueron aún más evidentes, dejando a las claras que la unión política o administrativa de la Unión Europea dista mucho de la voluntad declarada de sus gobiernos y de la realidad de un mercado y una moneda comunes.

«Cuando empezó esta situación para la que nadie estaba preparado, a pesar de que había algunos indicadores que hacían pensar que algo de esto podía pasar, nos dimos cuenta de que el virus no entiende de fronteras, de sexos, de edades ni de clases sociales. El pertenecer a países más o menos saludables desde el punto de vista social o financiero parecía, de acuerdo con el optimismo mostrado a principios del 2020 por los ministros de los 26, que estábamos preparados, que seríamos capaces de superar esto sin grandes problemas, que los sistemas de salud eran tan sólidos y eficaces que incluso podríamos permitirnos el lujo de ayudar a países menos desarrollados…», inicia el académico su artículo.

Apelando a una cura general de realismo y exigiendo soluciones, el presidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la RAED señala que en el siglo de la tecnología y de los avances médicos más importantes de la historia, la humanidad, incluso en los países más avanzados, sigue siendo vulnerable y debe reflexionar sobre qué está haciendo mal cuando ha sido incapaz de evitar que una parte significativa de la población haya fallecido en soledad, sin ayuda y sin consuelo de sus familias.

En una crisis de este calado, Calvo alerta también contra la mercantilización de la sanidad y la evidente falta de solidaridad entre países, poniendo como ejemplo la carrera para la compra de vacunas. «Una mezcla de incertidumbre, precipitación y a veces incompetencia, nos colocó a merced de un mercado mundial en donde, como si de un zoco se tratase, el que llegaba primero y con la cartera preparada podía cambiar la dirección de entrega de un avión cargado de materiales destinado a un país, previo pago de una cantidad de dinero mayor que el receptor original, desarrollándose de paso y de manera a veces nada soterrada una auténtica guerra geoestratégica de supremacía entre potencias establecidas y potencias emergentes», denuncia el académico.

Aunque Calvo se felicita también por la acción coordinada que acabó imponiéndose en el seno de la UE, que dispuso ayudas centralizadas y un mecanismo de inversiones que debe traer consigo la recuperación y una mejor preparación sanitaria para hipotéticas crisis de futuro. «No cabe ninguna duda que aumentar la cooperación entre los países de la UE y fomentar aún más la solidaridad europea pueden ser elementos clave para cohesionar a los ciudadanos de los países miembros, y luchar contra el objetivo común que es vencer a la pandemia», concluye el académico.

 

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