Josep Ignasi Saranyana, profesor emérito de la Universidad de Navarra, miembro «in carica» del Pontificio Comité de Ciencias Históricas y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), inauguró el pasado 1 de abril el Congreso Internacional sobre Devociones y Cofradías en Hispanoamérica después de Trento, que celebró el Instituto de Historia y Ciencias Eclesiásticas de la Universidad Pontificia de Salamanca. En la inauguración también participaron el profesor de esta universidad y responsable del Instituto, Santiago García-Jalón, y el profesor de la Universidad de Navarra y presidente del Comité Científico del Congreso, Fermín Labarga.
La cita reunió durante dos días a historiadores y expertos en estos ritos populares de gran fervor religioso para analizar la influencia del Concilio de Trento en las cofradías, encargadas de la promoción del culto mediante procesiones y otros rituales que perduran hasta la actualidad en un formato forjado mayoritariamente en esa época. Un análisis que aunque se centró en España también prestó atención de estas celebraciones en diversos países iberoamericanos, con el culto a los santos y la imaginería religiosa como rasgos más destacados.
Saranyana centró su intervención en el análisis de la teología y la devoción popular desde Trento. Asimismo, abordó la recepción de Trento en los concilios provinciales americanos y en los concilios hispanoamericanos y la devoción popular, donde analizó de forma explícita los concilios de Ciudad de México y Lima. «Trento estuvo muy atento a que se respetasen los fines de las fundaciones y a que las prácticas piadosas guardasen el decoro debido», señaló el académico emérito.
«La prohibición de representaciones dramáticas en las iglesias no fue una innovación de los concilios provinciales hispanoamericanos. Venía de tiempos anteriores, probablemente de unas ordenanzas del papa Inocencio III, que se repiten como calcos en las decretales del papa Pío IX y en las partidas del rey Alfonso X, y que después pasaron a América, quizá con las constituciones sinodales de Sevilla, de 1512″, señaló Saranyana destacando la antigüedad de unos ritos reforzados por el concilio.