“Necesitamos más Europa, necesitamos que se alcen voces favorables a retomar el pulso europeo”
Teresa Freixes, académica de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), clama por una reacción ciudadana que impulse el europeísmo más allá de las instituciones como única vía para la consolidación y crecimiento de la Unión Europea. Catedrática de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona, Freixes resume estos postulados en el trabajo “Europa en la encrucijada”, que presentó en el III Acto Internacional de la RAED.
Para la académica, crisis como la del Brexit no son más que el reflejo de los populismos y nacionalismos que hoy en día amenazan Europa como concepto social y político. “Europa ha sido raptada por los populismos, la crisis, la tergiversación de los conceptos y la disolución de las antiguas certezas en las procelosas aguas de procesos como el Brexit, el referéndum en Italia o en Hungría o el auge de la extrema derecha en Holanda y Alemania. Ante eso se nos impone la pregunta, sin respuesta todavía, de cómo va a abordar la Unión Europea el embrollo en el que todo esto la ha metido”, inicia Freixes su discurso.
Esa respuesta, prosigue, sólo puede estar en una ciudadanía que, por encima de las instituciones de la Unión y de los gobiernos que desde cada país miembro también amenazan el espacio común, debe proclamar su europeísmo. “Necesitamos más Europa. Necesitamos que se alcen voces favorables a retomar el pulso europeo. Necesitamos poner en marcha de verdad la ciudadanía europea y que quienes están en las instituciones representativas sean de verdad representantes de los ciudadanos europeos y no correas de transmisión de sus respectivos partidos nacionales. Necesitamos que se oiga la voz de los representados”, argumenta Freixes.
Sólo esa Europa de la ciudadanía, considera la catedrática, puede garantizar el viejo postulado de Jean Monet, padre de la Unión, de “construir despacio para consolidar rápido” y otorgar a la institución la solidez que requieren sus firmes valores de igualdad y defensa de los derechos humanos. Unos cimientos que el interés coyuntural y político de sus representantes y de los gobiernos de los Estados miembro ponen en riesgo. “La reciente cumbre de Bratislava evidenció que buena parte de la política europea está cogida con alfileres. Corremos el peligro de que si dejamos hacer todo a los gobiernos, como es la tónica habitual, Europa se vaya a convertir en un zoco del desastre. De ahí que necesitemos, más que nunca, recobrar la pulsión europea”, zanja la académica.