José Antonio Lejárcegui, profesor de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Barcelona y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), pronunció el pasado 14 de abril en la Sala de Juntas de la Academia con motivo de la reciente celebración del Día Internacional de la Mujer la conferencia «La historia del movimiento feminista», en la que abordó los acontecimientos que impulsaron la lucha por la igualdad desde la Antigüedad, deteniéndose en los grandes movimientos sociales feministas que empezaron a aflorar en el siglo XIX en varios países occidentales.

«Esta visión panorámica transcurre desde el llamado protofeminismo o feminismo premoderno denominado ‘la querella de las mujeres’ hasta la primera ola feminista con ocasión de la Revolución Francesa y la Ilustración. A partir de este momento los objetivos a alcanzar pasan por la obtención de la igualdad de los derechos de la mujer con respecto al hombre en aspectos como la igualdad de oportunidades en la educación, el sufragio, la vida laboral, en la política, en las artes y la literatura. En última instancia cabe hacer referencia expresa a la aportación de personajes de relevancia en la evolución del feminismo en Cataluña», resumió su intervención el conferenciante.

Tras significativos ejemplos de la lucha por la igualdad a lo largo de la historia reflejados en crónicas, obras literarias y cultura popular, el feminismo se consolidó como movimiento social y político en el siglo XIX para despuntar como fenómeno de masas a principios del XX en Estados Unidos y el Reino Unido, donde figuras como Emmeline Pankhurst y su Liga para el Sufragio Universal otorgaron al movimiento un claro signo de identidad que se fue modelando a lo largo de las siguientes décadas sin dejar de cobrar relevancia social hasta el presente. Manifestaciones y concentraciones cifradas ya en medio millón de participantes se alternaron durante la lucha de las sufragistas con quema de buzones, pintadas en las que se utilizaba incluso ácido, lanzamiento de piedras a escaparates y policía, atentados a la autoridad con bombas incendiarias, el apuñalamiento de ‘La Venus del espejo’ de Velázquez en la National Gallery y hasta una acción que se cobró la vida de la activista Emily Davison cuando trataba de colgar un cartel en el caballo del Rey Jorge V en plena disputa del Derby de Epsom. Se estima que entre 1908 y 1914, los años más duros de la protesta, fueron encarceladas más de un millar de sufragistas, entre ellas Pankhurst y una de sus hijas.

A lo largo del siglo XX, diversas figuras han marcado la agenda del movimiento para convertirlo en lo que es hoy: el encendido debate por el voto femenino que mantuvieron en el Congreso de Diputados Clara Campoamor y Victoria Kent -las dos únicas mujeres en el Parlamento- durante la Segunda República Española; la revolución que supuso la publicación de «El segundo sexo» de Simone de Beauvoir, una obra que indagaba en la identidad de la mujer desde diversos ángulos (la sociología, la psicología, la historia, la antropología o la propia biología) para determinar que el rol que había acabado asumiendo era absolutamente artificial más allá de unas propias condiciones biológicas que la permitían ser madre; la figura de Betty Friedan y su Organización Nacional de Mujeres, un nuevo movimiento hacia la igualdad real para todas las mujeres en Estados Unidos y una sociedad plenamente igualitaria de los sexos; la lucha de Gloria Steinem y Dorothy Pitman Hughes desde la Alianza de Acción de las Mujeres, la entidad que acabó marcando la llamada Agenda Nacional de la Mujer que promovió la Administración de Gerald Ford en Estados Unidos a partir de 1975 para promover los derechos de la mujer, o el papel de Simone Veil en la despenalización del aborto en Francia, ahora convertido en un derecho constitucional.