Josep Ignasi Saranyana, profesor emérito de la Universidad de Navarra, miembro «in carica» del Pontificio Comité de Ciencias Históricas y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica los artículos «El maestro Eckhart: nuevos estudios y ediciones» y «Meister Eckhart y la controvensia coloniense (1326). A propósito de la libertad de investigación teológica», publicados, respectivamente, en los números 16 y 21 de «Scripta Theologica», en los que aborda la figura de este destacado miembro de la llamada Escuela de Colonia, conocido por su pensamiento como teólogo y filósofo y creador de lo que se dio en conocer como la mística renana. Condenadas algunas proposiciones de su obra por el papa Juan XXII, fue rehabilitado por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1992.
En el primero de los textos, el académico esboza los estudios que se han realizado en las últimas décadas sobre este dominico de Turingia que inspiró el Romanticismo alemán. «Tanto Franz Xaver von Baader, como Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Martin Heidegger deben mucho a Eckhart, no solo en el estilo de filosofar, sino en los mismos desarrollos sistemáticos y doctrinales. Por ejemplo, en el uso de la dialéctica trascendental. Y también son tributarios de él, tanto la ascética schopenhaueriana, como algunas oraciones, denominadas trascendentales, de nuestra hora», señala el autor.
Dadas las múltiples lecturas y polémica que ha generado a lo largo de la historia, Saranyana propone en su segundo texto una nueva vía de acceso a su pensamiento que evite la conocida polémica sobre el monismo eckhartiano, supuesto o no, o el anacrónico debate en torno a un Echkart entendido como pionero del idealismo alemán. «Estimo que Eckhart, obligado por las tristes circunstancias de su proceso teológico contra su obra, se sintió forzado a explicar los aspectos más fundamentales de su propia síntesis filosófico-teológica; y esto, no solo oralmente, como en el caso de su profesión pública de fe, ante notario, en la iglesia dominicana de Colonia (13 de febrero de 1327), sino también por escrito, al tener que defenderse ante sus censores (a primeros de 1326, y en otoño de ese mismo año). Por ello, sugiero que volvamos nuestra mirada a las actas del proceso coloniense de 1326″, señala.
Para Saranyana, el fondo del proceso coloniense ofrece dos temas filosóficos de interés: la cuestión de la participación, con su correlato lógico de la analogía, y el tema del «esse», que puede entenderse como ser o esencia. «No hay ninguna alusión -ni en el proceso coloniense, ni en la bula papal que lo condenó ya fallecido- al tema de la prioridad del intelecto sobre el ‘esse’. Esta doctrina había sido ya abandonada por Eckhart antes de su segundo magisterio parisino. Hay, pues, dos Eckharts. Solo el segundo fue juzgado en Colonia; pero únicamente en la medida en que puso su síntesis filosófico-teológica al alcance del pueblo llano de Estrasburgo. El proceso, finalmente, solo tuvo en cuenta algunos aspectos de la síntesis teológica, dejando a salvo la libertad de investigación en los temas ontometafísicos», concluye el académico.