Rosalía Arteaga, expresidenta y exministra de Educación de Ecuador, presidenta de la Fundación para el Desarrollo de América Latina, reconocida activista por la educación y la infancia y académica de honor y miembro del Senado de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), presidió el pasado 34 de agosto la entrega de los premios del Concurso de Excelencia Educativa de la Fundación, que cumplieron 15 años. La ceremonia se celebró en el Malecón 2000, junto al Palacio de Cristal, de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, donde se dieron a conocer a los finalistas y ganadores del certamen educativo. En esta edición participaron 95 proyectos nacionales y 33 iberoamericanos, de diferentes categorías. La ganadora de la edición nacional fue la profesora Alexandra Angulo Ferrín con el proyecto «Voces que dejan huellas», aplicado en la Escuela de Educación Básica Fiscomisional Cristo Rey, en la provincia Esmeraldas, hace cuatro años, con más de 150 beneficiarios.

«El objetivo del proyecto fue acrecentar el proceso lectoescritor, la imaginación y la creatividad a través de la producción de cuentos. Los niños de tercer año de educación básica escribieron sus propias historias, diseñaron sus portadas y se incorporó en cada cuento realidad aumentada. Me siento feliz de dar una noticia positiva a mi provincia de Esmeraldas, y como docente quiero motivar a conseguir las metas que se tracen», mencionó la ganadora. Angulo recibió 10.000 dólares donados la Universidad Internacional de La Rioja, un viaje organizado por la Organización de Estados Iberoamericanos, una beca entregada por la Red Ecuatoriana de Pedagogía para un doctorado en Ciencias de la Educación, una impresora para su establecimiento educativo donada por Ecuacopia y dos cupos para educación continua en la Universidad Nacional de Educación.

En la edición iberoamericana el ganador fue el argentino Julio Manuel Pereyra, con su proyecto «Escuelita Ambulante Caminos de Tiza: didáctica artesanal no excluyente», aplicado en la provincia de Misiones. El maestro recibió 5.000 dólares entregados por Unicef y Diners y una beca de doctorado entregada por la Red Ecuatoriana de Pedagogía en Ciencias de la Educación. «Hace una década creé un sistema que es la escuela de los niños. Camino de Tiza es una propuesta de educación itinerante que ha beneficiado a 1.734 niños con y sin discapacidad», explicó el docente.

Rosalía Arteaga

La gala reconoció con el Premio Nous Trayectoria de Vida a personajes que han aportado a la educación, la cultura y la sociedad como Alfonso Espinosa de los Monteros, periodista de larga trayectoria y credibilidad en la comunicación; Graciela Mayorga, maestra y gestora cultural guayaquileña; Montse Bonilla, promotora de la educación integral y empresaria española; Marcelino Muñoz, empresario mexicano e impulsor de capacitaciones a docentes, y Armando Prida, presidente de la Fundación Educación por la Experiencia. En el discurso de bienvenida, Rosalía Arteaga señaló que los maestros deben ser un hilo conductor para preservar la democracia. «En esta ceremonia jubilosa quiero hacer una reflexión que coloca juntas a la democracia y a la educación y pone en los maestros la tarea de ser transmisores del valor de la honestidad y la lucha contra la corrupción», señaló.

A lo largo de más de dos décadas, Arteaga ha liderado transformaciones en el campo de la educación y la cultura en Ecuador. Además de ser ministra de Educación, se ha destacado por su liderazgo en temas educativos desde la sociedad civil, su compromiso con la democracia, la sostenibilidad ambiental y su capacidad para identificar problemas y diseñar iniciativas innovadoras, para generar un impacto social que el actual modelo de enseñanza online potenciado por la pandemia ahora favorece. La académica ha reforzado la imagen de liderazgo que ya tenía en América Latina tras su candidatura a la Secretaría General Iberoamericana, organización creada en el año 2003 que agrupa los 22 países que conforman la comunidad iberoamericana, y a la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas a propuesta de la organización juvenil Forward. Una candidatura popular que la ONU no llegó a formalizar pese a que prevé este tipo de iniciativas en sus reglamentos, pero que permitió a la académica de honor reivindicar el papel de la sociedad civil y más en particular de la juventud iberoamericana.