Amable Vicente Esparza Lorente

Dr. Amable Vicente Esparza

Amable Esparza, jefe del Departamento Comercial y de Calidad de la Autoridad Portuaria de Sevilla, representante del Instituto de la Ingeniería Española en el Comité de Desarrollo de Capacidades de Ingeniería de la Federación Mundial de Organizaciones de Ingeniería de la Unesco y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), presenta a la comunidad académica el artículo «La globalización y la sostenibilidad (II)», que complementa el que ya publicó en el año 2021 y que recogió esta Newsletter bajo el título «La globalización y la sostenibilidad. ¿Son conceptos complementarios o antagónicos?».

La globalización y la sostenibilidad (II)

En los años 70 se consolidaron los primeros pasos de la deslocalización industrial hacia países próximos donde los costes de producción eran menores. Esa decisión se veía como una estrategia empresarial, que en nada hacía prever los niveles que se alcanzarían en esta segunda década del siglo XXI.

Algunos factores fundamentales de la deslocalización son la existencia de infraestructuras en el transporte, la logística y la seguridad jurídica, así como la existencia de un medio natural y humano atrayente.

Actualmente, los países del primer mundo han trasladado sus procesos productivos a países con una mano de obra barata, donde los derechos de los trabajadores, tanto económicos como sociales, nada tienen que ver con la de los países de nuestro entorno. Incluso se podría llegar a pensar que derechos elementales del primer mundo son incumplidos en los actuales países productores. La globalización se ha impuesto en beneficio de las grandes marcas y corporaciones industriales. La deslocalización de gran parte de la actividad productiva mundial se ha ido a China y los países del sudeste asiático, donde el principal atractivo reduce básicamente al coste económico y al beneficio industrial de la corporación propiciatoria.

Parece que el mundo ha dejado muy atrás aquel fatídico mes de marzo del año 2020 y los meses que le siguieron. La pandemia de la Covid 19 provocó por primera vez que occidente sintiera como sus cadenas logísticas se cuestionaban. Durante unos meses se exaltaron los suministros locales, especialmente los agroalimentarios.

Este primer aviso no provocó ningún efecto en las estructuras logísticas ni en la globalización. Las grandes corporaciones, en su afán por maximizar sus resultados, siguieron apostando por la deslocalización de las empresas occidentales.

El mes de marzo de 2021 se produjo el segundo aviso a la globalización tras el incidente del buque MV Ever Given de la empresa de Taiwan Evergreen. Muchas voces opinaron respecto a la fragilidad de las cadenas logísticas del consumo y la industria a nivel mundial. En este segundo caso, no se podía invocar a una epidemia sobrevenida e impredecible. El punto débil de la distribución estaba localizado en un estrecho canal artificial que une oriente con occidente. Por si esto fuese poco, ese estrecho paso está bajo la soberanía de un país con importantes tensiones político-religiosas. Egipto está rodeado, a muy pocas millas náuticas, de países con poca estabilidad política y gobiernos teocráticos.

Con el paso de los años, la compra y absorción de empresas navieras, así como la necesidad de las incesantes inversiones en mayores buques, ha desembocado en una enorme limitación de la competencia. Actualmente, la logística marítima está en manos de muy pocos operadores, habiéndose generado oligopolios que controlan el mercado y el nivel de los fletes.

Estos oligopolios del transporte y la logística mundial tensionan al máximo las infraestructuras del transporte, con buques que alcanzan los 400 metros de eslora y los 61 de manga, con capacidad para unos 24.000 teus (contenedores de 20 pies) Todo ello en aras a un gran volumen y una mayor optimización de las operaciones marítimas.

Una de las consecuencias de esa situación es el decremento producido durante el 2023 en el coste de los fletes del transporte marítimo, a pesar de las tensiones bélicas e inflacionistas en occidente.

A principios de diciembre de 2023 se inician los ataques mediante drones por parte de los hutíes a los buques mercantes en tránsito por el mar Rojo. El lugar elegido para los ataques es el estrecho de Bab al-Mandab entre Yibuti y Yemen. Este lugar tiene unos 30 kilómetros de anchura y una temperatura del mar que puede llegar a superar los 30 grados centígrados. Dichas características facilitan enormemente los ataques al estar los buques navegando por un estrecho canal y a velocidad moderada para poder refrigerar las máquinas de a bordo.

El día 15 de diciembre fue oficial el comunicado de la naviera danesa Maersk, así como el de la suiza MSC por el que suspendían el tránsito de sus flotas a través del mar Rojo. A las dos anteriores se unieron las principales navieras del mundo, tanto del segmento de los portacontenedores como de los cargueros de vehículo, petroleros, etc. En pos de la seguridad de los buques, las dotaciones y sus cargamentos, las navieras optan por la ruta a través del cabo de Buena Esperanza en lugar de transitar por el canal de Suez.

Para los buques portacontenedores, los cambios de las rutas de navegación podrían representar un incremento de unos cinco días desde China al norte de Europa y del orden de doce desde la zona de India. La Europa mediterránea podrá soportar en los tiempos de tránsito un impacto en ocasiones superiores a los del norte de Europa.

Occidente ha recibido su tercer aviso a la fragilidad de las cadenas logísticas en este mes de diciembre de 2023. Quizás ha llegado el momento de replantearse la globalización. No podemos permanecer impasibles viendo como nuestros suministros no están garantizados, los beneficios de las grandes corporaciones son apabullantes, el desempleo se apodera de occidente y los países se empobrecen subsidiando a gran parte de las poblaciones. La globalización empobrece grandes zonas del globo obligando a sus poblaciones a emigrar ante la falta de futuro.

El Acuerdo de París (2015) sobre el cambio climático, ratificado y seguido mayoritariamente por la Unión Europea, se encuentra en una fase incipiente de implantación en el sudeste asiático. Actualmente, son firmantes del Acuerdo 193 países de todo el mundo, así como la Unión Europea.

Los países Europeos y del primer mundo, sensibilizados con el cambio climático, tratan de cumplir todos los objetivos respecto a las emisiones de gases efectos invernadero, emisiones de CO2, reciclado de aguas y materiales, limitación de plásticos, etc. Se ha establecido un lucrativo negocio para unos pocos relacionados con la exportación de residuos de todo tipo desde los países desarrollados a los del tercer mundo.

La idea de producir cualquier componente o mercancía a más de 10.000 kilómetros de distancia del lugar de consumo, en lugares donde la huella de carbono no es prioritaria, ¿realmente se considera sostenible?

La obsesión por obtener productos cada vez más baratos, obteniendo un enorme margen de beneficio para las grandes corporaciones, ha conducido a un desmesurado consumismo y a una escandalosa obsolescencia programada que agota los recursos naturales del planeta y lo llena de restos contaminantes.

Taiicho Ohno estableció las bases de la idea Just In Time en la empresa Toyota, cuyo principio era producir lo que el cliente demanda y cuando lo solicite. Con la crisis de 1973, Toyota se posicionó en la cima de las empresas japonesas. En el mundo occidental no se extendió con éxito la filosofía hasta la década de los 90. En la actualidad, se pretende que la filosofía esté implantada a nivel global indistintamente de donde venga cualquier mercancía o componente. ¿Es esto realmente sostenible?

Actualmente, el canal de Panamá está limitando el número de maniobras de paso de buques por sus esclusas debido a la sequía que sufre la zona, la falta de agua dulce en los lagos del canal y a la gran cantidad de agua que se utiliza en cada una de las maniobras. Muchos buques se ven obligados a tomar la ruta del cabo de Hornos ante la imposibilidad de atravesar Panamá.

¿Realmente es sostenible la globalización? ¿Cuántos nuevos avisos necesita Occidente para revertir la actual situación?

El planeta y su población merecen tener un futuro mejor.