Alfredo Rocafort, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Barcelona, miembro de la Junta de Gobierno de la Fundación Independiente, académico de número de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras y académico de número y presidente de la Junta de Gobierno de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), y Daniel Berzosa, profesor de Derecho Constitucional y Derechos Fundamentales de Cunef Universidad, del Instituto de Estudios Bursátiles y del Instituto de Empresa-Law & Business School, miembro de la Academia Global y del Consejo Científico del colectivo Citizens pro Europe y académico de número de la RAED, protagonizan el último «Boletín de la Academia de Yuste», editado por la Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste. Rocafort aborda en una amplia entrevista la historia y los retos de futuro de la Real Academia, en tanto que Berzosa publica el artículo «Valores de la Unión Europea e invasión de Ucrania», en el que celebra tanto el claro alineamiento de la Unión Europea con el Gobierno de Kyiv, propiciando una unidad de acción interna, como la resistencia ucraniana ante la invasión rusa.
El presidente de la RAED destaca en sus declaraciones el valor que la multidisciplinariedad ofrece a la Real Academia. «La convivencia entre doctores de Ciencias Naturales, de Ciencias Sociales, de Humanidades, de Medicina entre otros ámbitos de conocimiento es un fermento de respeto que provoca la escucha atenta de los unos y los otros. Escuchar, plantear alternativas, debatir, quizás llegar a acuerdos, quizás sostener desacuerdos, esta es la dinámica que caracteriza esta institución dedicada a conseguir que el saber sea de común acceso para todos», señala al respecto. Asimismo, insiste en la necesaria inversión en investigación, que a su entender es mucho más un tema cultural que económico. «Invertir en investigación significa acompañar, estar siempre al lado de los investigadores. Hay que cambiar la visión sobre los investigadores. No podemos vislumbrar un futuro mejor si continuamos tratando a los investigadores como unos seres extraños con unos trabajos incomprensibles. Hay que romper esa idea medieval del investigador encerrado en su torre de marfil que aún pervive en nuestro imaginario. Apoyar la investigación no es únicamente dar dinero para construir equipos, tener las mejores instalaciones. Apoyar la investigación significa ayudar a que muchos jóvenes tomen la opción vital de dedicarse a proveer mejor y mayor conocimiento», considera.
Rocafort defiende el europeísmo que abandera la institución que preside como garante de unos valores universales de convivencia en paz y respeto por los derechos humanos y destaca el papel de las academias como guías de la sociedad y espacios de libertad, democracia y diálogo en el marco de la diversidad. «Las academias están para conseguir que el conocimiento llegue a todos, sin excepción. La libertad de pensamiento, la libertad de expresión, son piezas clave que las academias llevan defendiendo desde su fundación. Las academias son espacios de libertad donde toda idea es bien recibida por reprobable que pueda parecer. Con el diálogo, con el estudio, con la refutación de hipótesis, con la búsqueda de evidencias, algunas ideas dejarán de tener recorrido y otras avanzarán con velocidad. Pero solo respetando las posiciones, más o menos acertadas, de los demás es posible el progreso. En las academias debemos fomentar la contraposición con el respeto», destaca.
Berzosa, por su parte, se felicita por el reforzamiento de los valores europeos y el consenso con el que desde el seno de la Unión Europea se ha rechazado la invasión rusa de Ucrania. «La Unión Europea ha debido tomar partido, seguir una dirección, mantener una visión de la existencia. O sucumbir frente a la visión agresora. Y ha optado correctamente por permanecer en los derechos fundamentales, la libertad y la democracia. La Unión Europea ha optado por apoyar a Ucrania frente a la invasión de Rusia. Nadie daba un duro por Volodímir Zelenski el 24 de febrero de 2022. Pero estamos a 1 de abril de 2023, esto es, a un año, un mes y una semana después del inicio de la invasión de Ucrania por Rusia, y la fantasmal ‘operación militar especial’ no sólo se ha esfumado, sino que se ha instalado en una guerra de desgaste. Con ofensivas, contraofensivas, victorias y derrotas alternativas, el conflicto ruso-ucraniano se ha empantanado en una especie de ‘statu quo’. La resistencia ucraniana es la de los valores occidentales y está conteniendo a un ejército que, hasta entonces, se estimaba incuestionablemente superior», explica.
«Las naciones de Europa no tienen otra alternativa que unirse aún más en la Unión Europea. Y ésta debe, así como los estados que la integran y los demás que desean permanecer en Occidente, permanecer en los primeros principios, basados en los derechos fundamentales, la libertad, la democracia y el derecho. El Estado de Derecho o, mejor, el Estado Constitucional, como compendio de los valores y principios de la Unión Europea, es una valiosa estructura, la mejor ideada en la defensa de la libertad y la democracia, que ha costado mucho erigir. Es decisivo para la Unión Europea que encuentre los mecanismos necesarios para atajar las tentaciones nacionalistas o autocráticas en el interior de sus estados. Por ejemplo, mediante la afinación de las políticas de vecindad, y la recta inversión comercial y económica, con el fin de procurar un mayor bienestar y uniformidad entre regiones colindantes y reducir el riesgo de utilizar el descontento de la población para desestabilizar la misma Unión. Ha llegado la hora, ante el desafío planteado, de que Europa abandone el buenismo o aun su idealismo purísimo, puesto que las reglas del juego mundiales han saltado por los aires con la invasión de Ucrania por Rusia», concluye.