Joaquín Callabed, presidente del Club de Pediatría Social, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Cataluña y académico de número y vicepresidente de la Sección de Ciencias de la Salud de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), invita a la comunidad académica a realizar un recorrido cultural por Europa de la mano de los artículos «Siguiendo a los impresionistas en Île-de-France», «La casa de los poetas en París», «Los pinceles de Cézanne en Aix-en-Provence», «El nacimiento de la puericultura en París» y «¿Shakespeare en París?», que publicó a lo largo el pasado mes de enero en la sección «Lectores corresponsales» de la edición digital del diario «La Vanguardia», de cuya comunidad de lectores forma parte activa.
En «Siguiendo a los impresionistas en Île-de-France», el académico agrupa a los principales representantes de este movimiento que marcó un punto de inflexión en la historia del arte en dos grupos: Claude Monet, Pierre-Auguste Renoir, Berthe Morisot, Gustave Caillebotte y Alfred Sisley, que muestran los pueblos cercanos a París colonizados por turistas, y Camille Pissarro, Paul Cézanne, Armand Guillaumin y Paul Gauguin, que prefieren el paisaje rústico y agrícola. «El impresionismo nació en el distrito parisino de Batignolles, en el Café Guerbois, Brasserie des Martyrs y la Nouvelle Athènes. Pintan la sociedad de las calles y de los pequeños oficios. Dicen que la calle pertenece al pueblo. Allí reside su poder y a veces allí está la revolución. Hay temas de cortesanas, bailarinas, music-hall, circo, ópera, teatros y también el amor bajo tarifa como en Toulouse Lautrec y Van Gogh. Duranty codifica las teorías impresionistas, ‘se intenta volver al movimiento, la trepidación y el entrecruzamiento de paseantes, como se ha intentado buscar el temblor de las hojas, el roce del agua y la vibración del aire inundado de luz’. Desde 1870 algunos impresionistas se alejan de París para pintar ‘au plein air’. Un nuevo vocabulario visual se añade a los impresionistas», explica.
Por su parte, en «La casa de los poetas en París», Callabed narra en primera persona las impresiones de su visita a la Sociedad de Poetas Franceses, que tiene más de 100 años de vida y tiene su sede en la calle Monsieur le Prince de París. «Allí se celebran lecturas poéticas, presentaciones de libros y exposiciones de pintura. Un rincón exquisito del literario barrio de Odéon. Allí escuché que los políticos deben dedicarse a dar realidad a lo que se dice y se escribe en la sociedad, por eso el filósofo Habermas aseguraba que la tarea de los pensadores y poetas debe consistir en crear opinión pública», expone.
En «Los pinceles de Cézanne en Aix-en-Provence», el presidente del Club de Pediatría Social sugiere una visita a Aix-en-Provence, donde se pueden descubrir los lugares donde nacieron las grandes obras de Paul Cézanne y los motivos que recogió en sus acuarelas y óleos, como la montaña de Sainte-Victoire, que fue un tema recurrente en su producción pictórica. «Cézanne frecuentaba los cafés de la calle Mirabeau como el Café des Deux Garçons, lugar de tertulia con pintores como Nidon y farmacéuticos como Capdeville. También el Café Oriental, donde Joaquin Gasquet le encuentra por primera vez en 1896. El Café Beaufort era punto de encuentro de artistas contestatarios como Ravaison, Gasquet, Solari y Cézanne. Algunos lugares donde Cézanne plantó su caballete son la casa de Jas de Bouffan, las canteras de Bibémus y en su taller de Les Lauves», señala.
En línea con su propia actividad profesional, Callabed dedica «El nacimiento de la puericultura en París» a rememorar su última visita al Museo de la Asistencia Pública de París, un espacio que recoge la historia de los hospitales de la capital francesa desde la Edad Media hasta el siglo XX y donde se describe la lucha contra la morbilidad y mortalidad infantil mejorando la asistencia a los partos y luchando contra las infecciones. «El museo, situado cerca de Notre Dame, tiene diversas secciones: la iglesia en los orígenes del hospital, la asistencia a los niños abandonados, hospital de marginados y el equipamiento de los hospitales. También una sala de música, museo de farmacia y una reconstrucción parcial de una sala antigua de enfermos. Se acompaña de una pinacoteca importante sobre temas de salud y asistencia pública. Los cuadros parecen gotas de ámbar que han secuestrado la bella historia de la medicina. Se describe con documentos, objetos, esculturas y pinturas la lucha contra las enfermedades infantiles como la destinada a la vacuna de la difteria, la intubación para tratar la difteria o la promoción de la lactancia materna», narra.
Por último, en «¿Shakespeare en París?», presenta la librería con el nombre del reconocido escritor británico, considerado un monumento a la literatura inglesa en la capital francesa. «En mis paseos por París pocas veces falto a la cita con una de las librerías de más encanto, la Shakespeare and Company. Trabajé duro para conocer su auténtica historia, que estaba un poco difusa. Es un bello monumento al libro y a la literatura inglesa en la capital francesa. Es una librería y biblioteca especializada en literatura anglosajona. Es un templo del libro que acoge bien a los peregrinos. Hay aromas nuevos y estimulantes que destilan los miles de libros que miran al visitante. Dispone de un pozo de los deseos y los visitantes pueden lanzar monedas», recuerda.