Joaquín Callabed
Presidente del Club de Pediatría Social, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Zaragoza, de la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya y de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
Artículo publicado en la revista corporativa «El dentista» en su edición de junio de 2021
Joaquín Callabed, presidente del Club de Pediatría Social y académico de número y vicepresidente de la Sección de Ciencias de la Salud de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica el artículo «Rabelais: médico, sacerdote y librepensador», que ha publicado en la edición correspondiente a junio de la revista corporativa «El dentista», dirigida por Antonio Bascones, presidente de la Real Academia de Doctores de España.
En este artículo, el académico esboza la figura del médico y escritor francés François Rabelais, referente del humanismo renacentista. «Es autor de cuatro libros dedicados a Pantagruel y Gargantúa que son un hito en la literatura universal. Fue un monje cultivador de lenguas clásicas, médico, jurista y novelista de gran imaginación. También padre de tres hijos», inicia Callabed el perfil del autor, deteniéndose tanto en su faceta como médico, que ejerció durante años, como en la de escritor, en la que destacó desde sus primeras obras.
«Como médico no coincidió con sus colegas en algunas costumbres profesionales de la época como eran degustar las orinas (decía que prefería degustar el vino). Abominó las sangrías que decía debilitan al enfermo. No creyó que la enfermedad fuese un castigo de Dios ni que se pudiese curar invocando a los santos. Creyó en las enseñanzas de Galeno e Hipócrates, que preconizan la observación del enfermo, el equilibrio de los humores y, sobre todo, higiene, vida sana y aire puro. Adquirió reputación como médico introduciendo especies vegetales como el melón o la alcachofa y con el redescubrimiento de remedios antiguos. Actualizó en terapéutica las virtudes del garum, una salsa hecha de vísceras fermentadas que en la antigua Roma se consideraba afrodisíaca, y la corteza de olmo para cicatrizar heridas.
El académico recuerda cómo Rabelais inventó un aparato para reparar los huesos que llamó ‘glossocomion’, así como el ‘syringotomo’ para curar las heridas del vientre. Con ellos aseguró haber salvado numerosas vidas. Consideró que la locura era un tipo de enfermedad que se podía tratar cuando la mayoría de médicos llamaban a quienes sufrían alguno de los brotes psíquicos pacientes ‘poseídos’ y los maltrataban para exorcizarlos. «Sus tratamientos le dieron una gran reputación y pustulosos y cojos acudían de lejos para consultarle. Defendía igualmente la virtud de la risa para todas las enfermedades donde la bilis fuera excesiva. Algunos admiradores modernos le atribuyen el origen uterino de la histeria en la mujer y nuevos tratamientos para la sífilis».
Callabed recuerda también que Rabelais basó su ciencia en la lectura atenta de los textos antiguos y publicó una
edición completa de las obras del médico griego Galeno, así como la primera traducción del latín y después del griego de las observaciones de Hipócrates. Como escritor, el académico señala la gran creatividad y libertad que el autor mostró en su obra. «Pronto declaró personalmente la guerra a todo tipo de censura. Todo su espíritu crítico con las instituciones y personas que convivió lo plasmó en sus cuatro libros que tuvieron importantes problemas con la censura», señala.