Aldo Olcese
Presidente de la Fundación Independiente y de la Asociación Nacional Sociedad Civil Ahora y vicepresidente y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
Artículo publicado en el diario económico «Expansión» el 15 de abril de 2021
Aldo Olcese, presidente de la Fundación Independiente y de la Asociación Nacional Sociedad Civil Ahora y vicepresidente y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), dedicó un sentido artículo al desaparecido empresario Mariano Puig en la edición del diario de información económica «Expansión» correspondiente al pasado 15 de abril. Olcese y Puig coincidieron a principios de los años 90 del siglo pasado como patronos de la Fundación Faes y desde entonces cultivaron una estrecha amistad que había durado hasta ahora.
El académico y vicepresidente de la RAED destaca los rasgos humanos y profesionales del presidente del Grupo Puig, así como una personalidad que le permitió siempre ser un buen negociador y el aliado perfecto para encontrar el consenso. Fue, explica Olcese, lo que consiguió entre las autoridades de Cataluña y del Estado, en la búsqueda constante de una difícil concordia. «Dedicó muchos esfuerzos, tan silenciosos como eficaces y dilatados en el tiempo, a la defensa de una colaboración estrecha y estratégica entre Cataluña como parte esencial de España y el Gobierno central. Nadie como él hizo mejor defensa y pedagogía de lo catalán en Madrid como elemento crucial para la potenciación de España. Y supo hacerlo con un amor por Cataluña y por España y con una inteligencia y un equilibrio tan encomiables como extraordinarios», detalla.
Nacido en Barcelona en 1927, Mariano Puig era uno de los miembros de la segunda generación de una empresa catalana que bajo su mando se convirtió en una multinacional de referencia que actualmente genera 2.000 millones de euros con la producción y distribución de marcas de perfumes como Carolina Herrera, Paco Rabanne, Jean Paul Gautier o Nina Ricci, entre otras. Tras cinco décadas como consejero delegado o presidente del grupo, en el 2004 pasó el testigo a su hijo Marc Puig como consejero delegado. Miembro del consejo de administración de otras empresas españolas de referencia, como el Grupo Pascual, Puig recomendó a Tomás Pascual hacer lo propio con su hijo, como revela Olcese en su artículo. «Tu hijo está para llevar la empresa, no para hacer fotocopias», explica el académico que le dijo un día.
Puig fue también uno de los impulsores del Instituto de la Empresa Familiar, que presidió entre 1995 y 1997, miembro de la Asociación Europea de Empresa Familiar, del Consejo Internacional de la escuela de negocios IESE-Universidad de Navarra, del Consejo Internacional de la Universidad de Barcelona, de la Fundación Real Academia Española de la Lengua y patrono de la Fundación Princesa de Asturias, entre otras muchas responsabilidades de amplio alcance social.