Francesc Torralba participa en el Simposio Internacional «Dignity and the future of work in the age of the 4th Industrial Revolution» que organiza la Pontificia Academia de Ciencias Sociales
Francesc Torralba, director de la Cátedra Ethos de Ética Aplicada en la Universidad Ramon Llull y de la Cátedra de Pensamiento Cristiano del Obispado de Urgell y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), participó en el Simposio Internacional «Dignity and the future of work in the age of the 4th Industrial Revolution», que organizó la Pontificia Academia de Ciencias Sociales en la Ciudad del Vaticano los pasados 14 y 15 de octubre con la ponencia «The alliance between transhumanism and global neoliberalism. We need a new technoethics», donde abordó los retos que se abren tras la irrupción del transhumanismo y de las tecnologías que están permitiendo convertir en una realidad una vida más allá de la existencia biológica.
«Inspirado en la obra del biólogo británico Julian Huxley, el transhumanismo es una clase de filosofía de la vida que busca la continuación y la aceleración de la evolución de la vida inteligente más allá de su forma humana actual y sus limitaciones humanas por medio de la ciencia y la tecnología, guiados por principios y valores que promueven la vida», inicia el académico la descripción de una materia antes de contextualizarla y analizarla desde una vertiente moral. Porque, para Torralba, el pensamiento neoliberal que hoy en día domina el mundo y da alas a estos avances tecnológicos hace del transhumanismo un mecanismo al servicio del mercado.
Partiendo, por lo tanto, de la premisa de que el ser humano en la cultura neoliberal globalizada se ha convertido en «una máquina de rendimiento autista», según su propia definición, el pensador considera que esa supuesta libertad que garantizan las democracias para elegir la mejora que quiere legitimar el transhumanismo es difícil de garantizar en el marco de un sistema neoliberal globalizado en el que lo que cuenta es el máximo rendimiento con el menor costo posible. «El transhumanismo nos libera, quizás, de la fatiga, pero no de un sistema que basa su éxito en el crecimiento, la sobreproducción y el hiperconsumismo. Necesitamos una nueva tecnoética de naturaleza global, basada en el respeto a la dignidad sublime de todos los seres humanos, en la equidad y la justicia social».
En este contexto, Torralba considera que la ética inspirada en la tradición cristiana debe ser reconocida como un interlocutor público. «El mundo digital permite las posibilidades de comunicación e interacción nunca antes conocidas en la historia. Contra el nuevo feudalismo tecnocrático, el empoderamiento de la sociedad civil y la creación de una nueva conciencia global son decisivos», señala. Para a partir de ahí establecer la necesidad de un trabajo interdisciplinario entre ética y economía, una economía centrada en el respeto de cada ser humano, un comité ético global de deliberación para asegurar un progreso global y no un progreso unidimensional de la sociedad y una filosofía moral para la nueva tecnología.
«Hay una nueva religión en el mundo occidental. El nombre de la nueva religión es tecnocentrismo. El transhumanismo es una ideología materialista. Esa es una nueva forma de reduccionismo antropológico. Según esta concepción del ser humano, no hay alma o dimensión espiritual en la constitución de una persona», concluye el académico para buscar en las raíces del cristianismo ese humanismo que debe guiar cualquier transhumanismo.