Francisco López Muñoz
Profesor de Farmacología, vicerrector de Investigación y Ciencia y director de la Escuela Internacional de Doctorado de la Universidad Camilo José Cela y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Artículo publicado en el portal especializado The Conversation el 14 de diciembre de 2021

Francisco López Muñoz, profesor de Farmacología de la Universidad Camilo José Cela y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), aborda la paradoja que planteó el físico de origen austríaco Erwin Schrödinger en 1935 sobre la predictibilidad de fenómenos de la física cuántica en el artículo «¿Qué pasó con el gato filósofo de Schrödinger?», publicado en el portal especializado The Conversation el pasado 14 de diciembre. El académico firma este artículo junto a Francisco Pérez Fernández, profesor de Psicología Criminal, Psicología de la Delincuencia, Antropología y Sociología Criminal de la misma universidad.

Formulada en una discusión sobre la física de partículas con Albert Einstein, la paradoja plantea la situación de un gato encerrado en una caja opaca que puede estar simultáneamente vivo y muerto según se haya comportado un isótopo radiactivo. Se trata de​ un estado conocido como superposición cuántica, como resultado de estar vinculado a un evento subatómico aleatorio que puede ocurrir o no. El problema planteado, en cualquier caso, no es el evento en sí, sino su comprobación o medición, donde la física cuántica quebranta las normas de la física convencional.

«Aplicando el formalismo cuántico sucede algo que nos sume en la perplejidad: el gato estaría vivo y muerto al mismo tiempo. Lo que se hace entonces es recurrir a la única forma positiva de averiguar lo que ha pasado: se abre la caja. Pero al realizar esta comprobación -medir- se altera el sistema, pues se rompe la superposición de estados descritos en la función. En este momento es cuando, salvador, aparece el dichoso determinismo que impone el sentido común para indicarnos que, como el gato no podía estar vivo y muerto a la vez, ya debía estar vivo o muerto antes. Sin embargo, la mecánica cuántica nos está informando de algo más perverso: mientras nadie abra la caja, el gato se encontrará en un estado indefinido, conformado por la superposición de los dos estados posibles: A o B. Esto significa sencillamente que es la forma de control que se aplica a un sistema lo que lo altera y determina, porque lo modifica», explican los autores.

Pero López Muñoz y Pérez Fernández complican aún más la cuestión al proseguir con el pensamiento de Schrödinger, quien también se cuestionó sobre cómo explicar la conciencia humana para llegar a plantear lo que él mismo denominó emergentismo sistémico. «Schrödinger optó por una postura monista-materialista a la hora de abordar el caso, entendiendo que lo mental era un mero epifenómeno. Pero ese tipo de explicación tampoco es enteramente funcional, en la medida que exige de un determinismo psicofísico que su propia paradoja cuestiona, pues impide que se pueda explicar la anomalía inherente a las leyes psicofísicas. Resulta que su gato no solo estaba vivo y muerto a la vez, sino que también era filósofo», concluyen los estudiosos.

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