Aldo Olcese, presidente de la Fundación Independiente y de la Asociación Nacional Sociedad Civil Ahora, académico de número de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras y vicepresidente y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) rinde homenaje en el artículo «¿Se nos muere el consenso?», publicado el pasado 8 de abril en el diario digital vozpópuli.com, a cuatro figuras recientemente fallecidas cuya actuación se guio siempre por el consenso y la concordia: Josep Piqué, Pedro Solbes, Juan Velarde y Salvador Sánchez Terán. Cuatro humanistas e intelectuales que, desde el posfranquismo y la transición, y hasta hace pocos meses, desempeñaron sus labores en pro de alcanzar objetivos elevados a partir de la reconciliación entre españoles, el rigor y la honestidad intelectual. Y todo ello desde posiciones ideológicas diferentes. Ante estas pérdidas, Olcese se plantea si nos hallamos ante una fase declinante del espíritu del consenso.
El académico recuerda que Sánchez Terán negoció el regreso del exilio de Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat, una medida que abrió paso a la reconciliación del catalanismo con el Gobierno de España. Lo hizo, además, sin ningún afán de protagonismo, convirtiendo en pieza angular de la construcción democrática la por entonces denostada figura franquista del gobernador civil. Fue el titular del Gobierno Civil de Barcelona que dignificó aquel cargo de manera superlativa poniéndolo, así, al servicio de la democracia.
Por su parte, rememora Olcese, el economista Juan Velarde sustentó técnicamente los Pactos de la Moncloa de Enrique Fuentes Quintana, poniendo la solidaridad en el frontispicio de los fríos números y demostrando que una fiscalidad responsable podía abrir camino para solucionar las hasta entonces injustas y profundas diferencias sociales y económicas en nuestro país. Años más tarde, el economista, jurista y politólogo Pedro Solbes sería la figura indispensable para templar los ánimos en varias materias entre el PSOE de Felipe González y el PP de José María Aznar. Lo hizo desde la economía y las finanzas internacionales y en pro de la solidaridad, la conciliación y la voluntad de mantener a raya la codicia del mal capitalismo, algo en lo que también destacó una vez nombrado comisario europeo de Economía.
Por último, aborda la figura de Josep Piqué, economista y empresario que estuvo a cargo de distintas carteras durante los gobiernos de José María Aznar, entre 1996 y 2003, antes de volver al sector privado. Su firme compromiso con la sociedad civil se pone de manifiesto por su participación activa en varias organizaciones y entidades, donde ocupó cargos como el de presidente de la Fundación Iberoamericana Empresarial, del Centro Internacional de Toledo por la Paz, del Foro y Fundación España-Japón, como la presidencia honoraria de la Cámara de Comercio España-Corea y de la Asociación para la Búsqueda de la Excelencia, que él mismo fundó, y como patrono de diversas fundaciones de referencia (Euroamérica, Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica, Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, Juntos Sumamos o España Constitucional), además de como miembro de distintos consejos científicos (Instituto Atlántico de Gobierno o Real Instituto Elcano).
«Su espíritu común de conciliación y concordia ha de servir de semilla para la reconciliación y el consenso de nuestra generación y de las generaciones venideras. Parece que con ellos se nos muere el consenso a la vista de la polarización imperante en la sociedad española dividida y enfrentada, pero su legado es demasiado fuerte para desaparecer. Y ello es así porque desde el humanismo y la concordia todo se puede y porque los seres humanos somos mejores que peores, basta que se nos estimule y si nos den buenos ejemplos como los de nuestros cuatro amigos desaparecidos. Ese ejemplo es más fuerte que cualquier esfuerzo de división y enfrentamiento porque estimula en nosotros los sentimientos más nobles y las conductas más leales, y demuestra que en España es mucho más lo que nos une que lo que nos separa», concluye Olcese.