Josep Ignasi Saranyana
Profesor emérito de la Universidad de Navarra, académico correspondiente de la Real Academia de Historia, miembro «in carica» del Pontificio Comité de Ciencias Históricas del Vaticano y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914
Artículo publicado en la «Scripta Theologica» de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra
Josep Ignasi Saranyana, profesor emérito de la Universidad de Navarra, miembro «in carica» del Pontificio Comité de Ciencias Históricas y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica el artículo «La Facultad de Teología de la Universidad de Navarra en su contexto (1966-1972)», publicado en el número 3, volumen 49, correspondiente a diciembre de 2017, de la revista «Scripta Theologica», editada por la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
«La Facultad de Teología de la Universidad de Navarra es fruto del interés de San Josemaría Escrivá por la inserción de las ciencias sagradas en el mundo académico y por su enseñanza al más alto nivel. Aunque consideraba este tema desde los años 30, la ocasión propicia se presentó con la reforma de los estudios universitarios propiciada por el Concilio Vaticano II. La Facultad nació, por tanto, en el marco de la recepción de los documentos conciliares y con el propósito de asumir ‘la discontinuidad en la continuidad’ que supuso la asamblea conciliar. En consecuencia, su claustro académico se nutrió, desde el comienzo, de esa nueva atmósfera teológica, y dialogó con ella», resume el propio autor en contenido de su artículo.
Comenzando desde los primeros albores del proyecto, Saranyana repasa la configuración de lo que sería la futura facultad desde su primer precedente: el Centro de Estudios Eclesiásticos de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, constituido ya en diciembre de 1943 y que funcionó hasta 1947, cuando el Opus Dei recibió la aprobación como instituto secular. Ya en 1952 inició su actividad el Estudio General de Navarra, con las disciplinas de Teología, y el 5 de agosto de 1960 la Santa Sede erigió la Universidad de Navarra a partir de este Estudio General. «En la víspera de la clausura del Vaticano II, en concreto el 7 de diciembre de 1965, el arzobispo de Pamplona, monseñor Enrique Delgado Gómez, con sus sufragáneos de San Sebastián, Calahorra-Logroño y Jaca, solicitó al gran canciller de la Universidad de Navarra que en el seno de esa universidad se estableciera una Facultad de Teología», explica el autor. Las clases comenzaron el lunes 16 de octubre de 1967, con 30 alumnos matriculados, laicos y sacerdotes.
Saranyana repasa el primer claustro de la nueva institución y su primera Junta Directiva, constituida por José María Casciaro, decano; Ramón García de Haro, vicedecano; Lucas Mateo-Seco, director de estudios, y Amador García Bañón, secretario. A su vez, Alfredo García Suárez pasó a ser el primer director de «Scripta Theologica», cuyo primer fascículo apareció en marzo de 1969. En estos primeros años, el autor se detiene en el primer gran proyecto de la Facultad de Teología: la edición de una Biblia. «A finales de verano de 1971, el gran canciller de la universidad, que seguía con prudente atención el desarrollo de la facultad, remitió una nota a ese centro, con el encargo de preparar una edición de la Sagrada Biblia (bilingüe latín-castellano), con abundantes notas basadas en la multisecular tradición de la Iglesia.
El académico reseña los principales hitos teológicos que, tras la celebración del Concilio Vaticano II, tuvo que gestionar la nueva institución de enseñanza superior, como el catecismo holandés, la crisis del apostolado jerárquico o los diversos movimientos que culminaron en la teología de la liberación. Además del tremendo golpe que supuso el fallecimiento de San Josemaría Escrivá de Balaguer en 1975, más allá del rango histórico abordado por el autor. Una serie de grandes retos que, para Saranyana, la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra superó gracias a una gestión rigurosa y colegiada que se mantiene hasta el presente.