Joaquín Callabed, presidente del Club de Pediatría Social, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Cataluña y académico de número y vicepresidente de la Sección de Ciencias de la Salud de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), habla sobre las humanidades y lo que aportan al ser humano en un mundo cada vez más pragmático en una entrevista publicada en la edición digital del diario «La Vanguardia», de cuya comunidad de lectores forma parte activa. Callabed presentó el pasado mes de abril el libro «Tiempos para Humanidades (I). Un camino hacia el Renacimiento», en el que reflexiona sobre la cultura de la Antigua Grecia y su impronta en el Renacimiento y en la filosofía y la cultura occidentales. Asimismo, la obra aborda la idea de la utopía, también nacida en la Antigüedad Clásica y elemento fundamental del progreso del pensamiento y la historia de Occidente. Una labor que el académico siempre ha combinado con su ejercicio médico.
«Cuando se profundiza un poquito en la filosofía, por ejemplo, si miramos a Pitágoras o hasta Sócrates o hablamos de Platón y Aristóteles, son los que de alguna forma adaptan también el pensamiento general a la medicina. Entonces, hacer medicina y filosofía es continuar el tronco común de donde nacieron todas las ciencias. O sea, que es una lógica porque nuestra madre común es la filosofía. Pitágoras, por ejemplo, ya curaba hasta con música, fue el que inventó de alguna manera la homeopatía y el vegetarianismo; todo fue evolucionando y llega un momento en el que un médico filósofo como Hipócrates se desprende un poco de los mitos y de la mágica y cree que uno enferma cuando el cuerpo está mal. Quiero decir que es seguir la línea filosófica aplicada a la medicina», explica sobre la unión entre las humanidades y la medicina.
Para Callabed, en esta dicotomía actual, la filosofía es la que más humaniza, la que más aproxima al paciente, no solo a su cuerpo y a su zona, sino también a su alma. «La filosofía profundiza más que la ciencia. La ciencia que tenemos ahora, de alguna forma, tiene dos o tres siglos, donde está Descartes, Newton, Bacon…, que tienen una mitología muy concreta para que según qué experimentos puedan llevar a unos resultados. Esto es una parte de la filosofía, pero además de esta ciencia hay que aplicarle también conciencia. La ciencia es muy bonita, pero la ciencia es la bomba atómica también, entonces hace falta tener ética y conciencia para saber poner bien a la ciencia en su sitio», argumenta el presidente del Club de Pediatría Social, que explica cómo mientras estudiaba medicina cursó también unos años de filosofía que le enriquecieron en su profesión médica. En este sentido, lamenta que los planes de estudio no vayan en esta dirección.
El académico recupera en la entrevista una conocida sentencia de Santiago Ramón y Cajal, de quien también es un profundo conocedor y divulgador: «El cerebro humano es muy sugestionable, y hasta la más excelencia inteligencia puede, en ocasiones, convertirse, por hábil, sugestionable». «Esto quiere decir que oradores, políticos, guerreros y apóstoles son un humilde y pasivo instrumento de delirios, ambiciones o codicia. En cambio, la lectura de los clásicos puede ser un buen antídoto. O sea, nuestro cerebro es muy sugestionable y hay que estar muy preparado para tener sentido crítico de las cosas», señala. Callabed lamenta también la imparable pérdida de peso que están teniendo las humanidades en la enseñanza secundaria y señala los avances que diversos pensadores tanto de la Antigüedad como del Renacimiento han tenido en la evolución de la ciencia.
Por último, ofrece algunos de los consejos que pueden encontrarse en el libro: «Primero, que cada cual haga lo que quiera, eso por supuesto, pero también creo que hay que reflexionar, creo que hay que tener sentido crítico y en el mundo donde se encuentre cada uno, si leyendo este libro, encuentra algún punto de referencia, a lo mejor le puede ayudar para pasar alguna barrera, por lo menos, mentalmente que se le está interponiendo en estos momentos. Esto pasó en el Renacimiento y todos podemos renacer un poco cuando reflexionamos en nuestro entorno y nos servimos un apoyo de cosas que si las verdades son amigas del tiempo, cuando han pasado 20 siglos sigue siendo verdad. Vale la pena apoyarse en la verdad para solucionar algunas cosas que tengamos por delante, pero no quiero hacer ninguna campaña, simplemente, dejar que cada uno saque lo mejor de sí mismo. Y si lo mejor de sí mismo está en algunos de los capítulos del libro, por supuesto, que le pueda suponer ampliar estos esbozos de estos filósofos, a lo mejor le pueden ayudar. A mí particularmente me han ayudado estos filósofos y me siguen ayudando».