Josep Ignasi Saranyana
Profesor emérito de la Universidad de Navarra, académico correspondiente de la Real Academia de Historia, miembro «in carica» del Pontificio Comité de Ciencias Históricas del Vaticano y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914
Josep Ignasi Saranyana, profesor emérito de la Universidad de Navarra, miembro «in carica» del Pontificio Comité de Ciencias Históricas y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica el artículo «La discusión medieval sobre la condición femenina (siglos VIII a XIII)», publicado en el número 50 -correspondiente al año 2018- de la revista «Medievalia», editada por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Autónoma de México y reconocida como un referente de los estudios medievales a ambas orillas del Atlántico.
El estudio parte de la discusión abierta desde la Ilustración sobre la contradicción existente en el corpus paulino entre los textos de Gálatas y de primera a los Corintios, que se refieren a la condición femenina. Los primeros se consideran profeministas y los segundos, misóginos. Sin embargo, la tradición cristiana desconoció esa supuesta oposición. Es más, aplicando la exégesis alegórica a Corintios, y apoyándose en una antropología trimembre, armonizó las dos lecturas del corpus paulino y sostuvo que todo ese corpus es profeminista, como explica el propio Saranyana en el resumen del artículo.
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Dr. Josep Ignasi Saranyana
El académico explica que la quiebra misógina de la teología cristiana se produjo muy tarde, a mediados del siglo XIII, cuando se conoció en el occidente latino todo el legado aristotélico y, sobre todo, la medicina grecorromana. San Alberto Magno y santo Tomás de Aquino son testigos de ese giro. Un hecho que hace que el corpus primario de la Iglesia sea acorde a lo que hoy podría denominarse como igualdad de género. Aunque el objetivo de Saranyana en su estudio sea, fundamentalmente, establecer la unidad y autenticidad del testimonio de San Pablo como fuente primaria del cristianismo.
«Comencé estos estudios hace años (‘Doctrina’ y ‘La teología’), porque me extrañaba que tantas generaciones cristianas, desde los orígenes hasta los años de la Ilustración, hubiesen aceptado pacíficamente la autenticidad del corpus paulino (exceptuada evidentemente la epístola a los Hebreos y, quizá, las epístolas pastorales) y que, de pronto, a la vuelta de casi 1.800 años, los exégetas hubiesen ¡descubierto! que una parte del corpus sería paulino y que la otra parte sería obra del paulinismo», señala el estudioso.
Para Saranyana, en el pensamiento cristiano la mujer fue mejor valorada que en la Roma y la Grecia clásicas, a pesar de la presión del ambiente cultural, y considera que incluso algunos textos paulinos, supuestamente misóginos, fueron objeto de una exégesis alegórica favorable a la mujer. Sin embargo, cuando los religiosos medievales recuperaron la cultura clásica y conocieron la medicina grecorromana, especialmente con la tercera entrada de Aristóteles (desde 1220 aproximadamente), se volvieron fuertemente misóginos, arrinconando la interpretación alegórica del corpus paulino.