Josep Ignasi Saranyana, profesor emérito de la Universidad de Navarra, miembro «in carica» del Pontificio Comité de Ciencias Históricas y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica el artículo «Teología de los santos» o «Teología de la santidad», en el que explica la vía que abrió san Josemaría Escrivá de Balaguer para marcar el ejemplo de la secularidad frente a la denominada teología de la santidad y que publicó con este doble título en «Scripta Theologica», la revista de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra en el volumen 43, número 3, correspondiente al año 2011.
«Según la teología de la santidad, la vida de los santos constituye un lugar teológico. Así pues, las virtudes heroicas y las experiencias espirituales de los santos, expuestas en epistolarios, diarios íntimos y otros escritos, son fuentes del que hacer teológico sistemático (dogmático o moral). En cambio, la teología de los santos estudia, desde una perspectiva histórico-teológica, cómo han contribuido los gestos, actitudes y escritos de los santos, tanto al progreso de la cultura humana como a la inculturación del Evangelio; en definitiva, cómo ha interaccionado el santo con su medio. En esta perspectiva epistemológica, la vida de los santos no es solo un lugar teológico, sino mucho más. La complementariedad y distinción entre ambas teologías se ilustra con algunos gestos y palabras de san Josemaría Escrivá, al que se presenta como pionero de una nueva forma de entender la secularidad cristiana», se explica en el resumen del artículo.
Para el académico, el estudio de la interacción de cualquier santo con su entorno, por el ejercicio de su profesión o estado, sus relaciones sociales y familiares, su temperamento, su manera de entender la vida, sus particulares gustos y aficiones, así como sus ideas teológicas y filosóficas, son cuestiones relevantes que apenas se tienen en consideración más allá del ejercicio de su causa, aunque no como ejemplo de cristiandad. Una realidad material de la santidad que sí se observa en la teología de los santos, con un nuevo enfoque, una nueva metodología y, sobre todo, la interdisciplinariedad del estudio.
«El teólogo historiador debe considerar que los santos desempeñan, incluso en vida, un papel que trasciende la mera mediación o intercesión, porque hacen camino con su andar. La misión llevada a cabo por los santos se proyecta en el tiempo, de modo que se clarifica con los años, a medida que se observa su virtualidad en la historia. En ocasiones, la forma de vida, que los santos sancionaron con su santidad, fue poco evidente para sus contemporáneos, pasando por ello inadvertida. En tales casos es todavía más claro que la reflexión posterior tiene mucho que decir. La apreciación de la vida de esos hombres y mujeres no se hace, por ello, desde la mera ejemplaridad, tomando al santo como modelo de virtudes, sino que va más allá», explica Saranyana.
Señalando los ejemplos de san Antonio Abad, san Ignacio de Loyola, santa Margarita María de Alacoque, santa Teresa de Lisieux o san Juan Pablo II, el estudioso señala que su importancia como ejemplo de santidad no se debe tanto a su ascetismo ni en particular a sus experiencias espirituales, sino principalmente por la reflexión que desencadenaron, en un contexto que tiene pretensiones universalistas, y por la aceleración histórica que provocaron. También incide en el papel de san Josemaría Escrivá como apóstol de la secularización y el ejemplo de cristiandad que se puede encontrar y practicar en la vida diaria por parte de cualquier cristiano.