Mateo Valero, director del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, académico de número de la Real Academia de Ingeniería y académico de honor de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), destaca en una entrevista concedida al diario «La Vanguardia» y publicada en su edición del pasado 10 de marzo el potencial de Barcelona para albergar cualquier actividad vinculada a la supercomputación y el desarrollo de la inteligencia artificial. «Se cumplen 20 años de la firma del contrato para que IBM fabricara el primer supercomputador MareNostrum, en su día definido como ‘el más bello del mundo’ por su ubicación en la capilla desacralizada de la Torre Girona, en el Campus Nord de la Universidad Politécnica de Cataluña de Barcelona. Hoy, la quinta versión del MareNostrum ya no está en ese lugar emblemático, sino en el edificio principal del Barcelona Supercomputing Center. Su director, Mateo Valero, lideró su génesis desde mucho antes», introduce la entrevista el periodista especializado en nuevas tecnologías Francesc Bracero, con quien el académico mantuvo una animada conversación.
«Podemos decir que es un orgullo que en Europa no hay duda de que hoy somos el mejor centro y a nivel internacional yo pondría dos en América y uno en Japón, al mismo nivel que el nuestro. Y ahora no es que estemos en el mapa. Estamos con una chincheta gorda -reflexiona Valero antes de echar la vista atrás y valorar estas dos décadas de trayectoria-. Si veinte años no es nada, veinte años antes, hace cuarenta, creamos la semilla de lo que luego fue el Barcelona Supercomputing Center a nivel de universidad, con lo cual era más pequeñito. Se llamó Centro Europeo de Paralelismo de Barcelona. IBM nos dio una máquina que fue la número 4 del mundo por 12 millones de euros. Era una especie de regalo. También he de decir que IBM hacía tres tipos de supercomputadores y éste era el primero que iba a hacer del tipo ‘commodity’. El hardware era el que llevaban los Power PC, portátiles. Y con el software también nos la jugamos y pusimos el sistema operativo Linux. Nos decían: ‘Os vais a estrellar’. Primero, porque estos procesadores no debían hacer un buen trabajo; y segundo, porque el Linux era una novedad».
El académico recuerda cómo el contrato entre todas las partes, con la participación del Gobierno liderado por José María Aznar, se firmó días antes de los atentados del 11-M. Y cómo un alto cargo del nuevo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se puso en contacto con él para ver si el proyecto no era electoralista y tenía realmente futuro. «Me dijo: ‘Oye, ¿verdad que esto del MareNostrum fue una tontería de Aznar para ganar votos?’ Pero, ¿desde cuándo la ciencia en este país hace ganar votos? Le dije: ‘No, perdone, esto es una cosa muy seria, que hay un contrato firmado. Haced lo que queráis, pero España tendrá que pagarlo y costará más’. O sea, que nacimos de casualidad», recuerda.
Valero explica que el primer MareNostrum se instaló en la histórica capilla donde permanece para no abandonar el campus y señala cómo la supercomputación es la que ha rescatado del olvido a la tecnología que promete transformar el mundo actual: la inteligencia artificial. «Fue importante la visión que tuvimos, primero de la tecnología, porque es la que ha triunfado tanto en software como en hardware y redes de interconexión, pero fue pionero en crear grupos de investigación. Además de ingeniería de hardware y software, ciencias de la Tierra y ciencias de la vida. Y acertamos porque son los dos temas más importantes que hay. Es que a veces hemos tenido suerte. Gracias a que había muchos datos y los computadores empezaron a ser rápidos, sacamos a la inteligencia artificial del armario, porque estaban en un invierno polar. El concepto aparece en el 56 y en el año 97 Deep Blue gana a Gary Kasparov«, concluye.