Rafael Urrialde, profesor del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid y del Departamento de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud de la Universidad CEU-San Pablo, presidente de la Comisión Científica de la Sociedad Española de Medicina del Deporte, secretario de la Fundación Española de Nutrición, académico de honor de la Academia Española de Nutrición y Ciencias de la Alimentación y académico de número y miembro de la Junta de Gobierno de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), recupera y actualiza el artículo «Guía para leer las etiquetas de los alimentos y evitar los alérgenos», que publicó en la web de la Academia Española de Nutrición y Dietética el pasado 16 de octubre junto a la investigadora Eva Carnero y que puso al día el 2 de febrero a raíz de la noticia de la muerte de una joven bailarina en Estados Unidos por consumir unas galletas que hasta ese momento no contenían un alérgeno, pero del que no se informó tras un cambio de proveedor que sí lo incluía sin que se reflejase en el etiquetado.
«Un cambio de ingredientes o contaminación cruzada en proveedores, si no se avisa, puede resultar fatal. La obligatoriedad de declarar los 14 alérgenos contemplados en el Reglamento 1169/2011 de la Unión Europea es clara cuando hay certeza de su presencia. El Etiquetado Precautorio de Alérgenos, en el que España es referente en la UE, garantiza una protección de la salud de los consumidores. El etiquetado obligatorio -el que está en la parte posterior de los envases- no sólo nos proporciona información sobre las calorías y los azúcares de un alimento. La ley determina de forma clara que el fabricante debe especificar todos los ingredientes que forman parte de un alimento. Más aún, deben especificarse de forma descendente, empezando por los que más presencia tienen hasta los que solo aportan unos miligramos, como los aditivos. Además, debe especificar de forma obligatoria e inequívoca los posibles alérgenos. Gracias a ese etiquetado de alérgenos las personas que sufren algún tipo de alergia o intolerancia alimentaria pueden saber a qué atenerse antes de comprar y abrir el envase», explica el académico al respecto.
El artículo, por su parte, incide en que en los últimos años la población con algún tipo de alergia no ha parado de crecer, haciéndolo además a un ritmo preocupante. Actualmente, la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica estima que entre el 1% y el 3% de la población española sufre algún tipo de alergia alimentaria, una ratio similar al resto de Europa. Teniendo en cuenta las cifras acerca de la incidencia de las alergias alimentarias, así como la potencial gravedad de sus consecuencias, es lógico entender la necesidad de contar con información clara y completa acerca de los ingredientes empleados en los productos procesados.
«Cuando compramos un alimento fresco tenemos claro qué es: un tomate, un mero, unas alitas de pollo… Si los cocinamos en casa, tendremos bien presente todos y cada uno de los ingredientes que hemos utilizado. De igual manera, sabemos si esos alimentos han podido entrar en contacto con otros, ya sea en la nevera o durante su preparación. Esto es lo que se conoce como contaminación cruzada. Sin embargo, cuando compramos un bizcocho, una pizza o una salsa no sabemos con exactitud qué ingredientes ha elegido el fabricante. Más aún, no podemos ver dentro de la fábrica para comprobar si hay una posible contaminación cruzada o si hay trazas de alérgenos, es decir, pequeñas cantidades del alimento alergénico que entra en contacto de forma no intencionada en otros alimentos. La obligatoriedad de especificar todos los ingredientes, y la recomendación de desglosar también las posibles trazas, evita el riesgo de una reacción alérgica que, en los casos más graves, podría ser mortal. Hacerlo en una tipografía destacada facilita su lectura a las personas con alergias o intolerancias alimentarias o a quienes viven con ello. Es un detalle sin importancia para quienes no sufren alergias o intolerancias, pero que puede salvar la vida a quien las padece o evitar sintomatología que pueden afectar a la calidad de vida de las personas», señalan los expertos.
Reconocido experto en la regulación alimentaria, Urrialde es autor y coautor de publicaciones científicas relacionadas con la educación nutricional. Fue jefe de Salud y Seguridad Alimentaria en Puleva Food, director del Área de Sanidad y Alimentación en la Unión de Consumidores de España, coordinador técnico de la revista «Ciudadano», director de Salud y Nutrición de Coca-Cola Iberia, técnico de análisis del Instituto del Frío del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y colaborador de la Cátedra de Fisiología Vegetal de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid.