August Corominas, profesor de Fisiología Humana de la Universidad de Murcia y de la Universidad Autónoma de Barcelona y académico emérito y miembro del Senado de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica el artículo «Diversión, destrucción, distopía del macrobotellón». Una reflexión que se suma a la de su anterior artículo «Macrobotellón», escrito tras los graves incidentes que se produjeron en Barcelona durante las fiestas de la Mercè de 2021 y publicado por la RAED. El académico recuerda los estudios sobre alcoholismo, en particular entre los jóvenes, que ha venido desarrollando a lo largo de los últimos años con la también académica numeraria Rosmarie Cammany como con el investigador Xavier Altarriba, colaborador de la institución.
Diversión, destrucción, distopía del macrobotellón
Macrobotellón y destrucción parece ser un binomio indisoluble. Un ecosistema maligno. Romper y quemar. La sociedad civilizada no se lo puede permitir. Grupos y grupúsculos organizando la destrucción de material urbano y propiedades de particulares. ¿Adónde vamos como sociedad? Cada día más agresiones y más maldad. Coches y motos carbonizados, incendios de contenedores, escaparates reventados, orina, porquería, escombros, inmundicia, vidrios, cristales y botellas rotas, vómitos, caos, agresiones sexuales y ahora hasta puñaladas. Tengo la triste sensación de que un cadáver sería un triunfo para la masa y la jauría.
Este ejemplo se extiende en todos los patrones de diferentes ciudades. Es una marea humana, un griterío de marabunta. Terror colectivo. Miedo a la brutalidad. También se inicia la persecución alternativa, herir a los cuerpos y fuerzas de seguridad. Quizás la consigna es herir o matar policías. ¡Quo vadis, humanitas?
Reconozco que no todos los asistentes son iguales, pero como decía Ortega, «yo y mi circunstancia», o la conducta de la masa humana o el rugido de una manada. Seguro que un grupito de cinco personas no sería tan atrevido como una masa de 40.000 personas. Freud señala que las personas son en principio buenas, y según su historia personal se pueden convertir en buenas o malas. Hay gran violencia colectiva.
¿Es que son hombres lobo y practican la licantropía nocturna? Enmascarados o encapuchados. ¿Y el ejemplo para la adolescencia y juventud que sube? Es evidente que no todo el grupo es igual. Hay unas organizaciones que enseñan la destrucción y la aplican en cualquier acontecimiento, fiesta, evento deportivo, político, subida de impuestos… y lo inimaginable. Y en cualquier ciudad española, europea y americana. Parece una masa humana sedienta de sangre y de rabia, con ojos enrojecidos de nocturnidad y de satisfacción contra la civilización establecida. Socialmente, es una situación penosa e inaceptable. Los estimulantes y el alcohol destilado se ingieren a chorro y a morro. Y las crisis comportamentales del etilismo y la poliadicción, que puede llevar al coma.
¿Tienen solución estos disturbios? Yo creo que ya se habrá ensayado con policías de paisano que detengan los asaltantes de destrucción, con barras de hierro o ladrillos, y después de la detención se les habrá obligado a pagar los destrozos. Transformar las plazas y calles en rings de peleas y satisfacción destructiva, o en campo de batalla, es monstruoso.
¿Y los políticos? Permanecen impasibles y lo justifican como un sentimiento de amplia respiración y antirrepresión. Libertad y democracia. ¿Y qué pasa a la mañana siguiente? Los detenidos van a sus casas (a descansar de tanta corrida y esfuerzo muscular).
No hay que confundir destrucción con satisfacción y diversión, y mucho menos con libertad y democracia. ¿Odio, envidia o resentimiento social?