Enrique Sada

El historiador mexicano Enrique Sada, colaborador de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), recupera la cara más cruel del revolucionario mexicano Pancho Villa a raíz del reconocimiento gubernamental que ha recibido en el país a propuesta del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador en el artículo «Del Año (y daño) de Francisco Villa», publicado en el portal El Siglo de Torreón el pasado 22 de julio. El experto lamenta que este homenaje se sume en el actual mandato presidencial al de los supervivientes de la Liga Comunista 23 de Septiembre, responsable del secuestro y asesinato de varios mexicanos opuestos al régimen, o al de Ricardo Flores Magón, anarquista acusado de ofrecer la Baja California y Sonora a Estados Unidos durante la Revolución mexicana.

«Según fuentes oficiales, la Cámara de Diputados -en realidad, el presidente de la República- tuvo el mal gusto y el peor tino de designar el presente 2023 como el Año de Francisco Villa para honrar con ello la memoria del célebre bandolero y revolucionario que terminó siendo liquidado por los familiares de algunas de sus víctimas hace 100 años en la ciudad de Parral, Chihuahua, como patentara magistral y recientemente el historiador Reidezel Mendoza en ‘La emboscada: asesinato de Francisco Villa’ (2022)», inicia Sada su argumentación.

El historiador explica cómo Doroteo Arango -nombre real de Pancho Villa- intentó legitimar su incursión en el bandolerismo con una mentira, el falso rapto o abuso de su hermana Martina, desde la publicación de sus memorias, algo también desmentido gracias a las fechas que el propio guerrillero se encargó de brindar y a través de varias versiones muy distintas del supuesto hecho proporcionadas en vida por él mismo.

Pancho Villa

«Tras la denominada Decena Trágica y el encumbramiento de Venustiano Carranza, Villa volverá cínicamente a sus viejos modos abusando de su poder al mando de la División del Norte: ya sea pactando vilmente con el káiser Guillermo II el ataque a Columbus para detonar una invasión norteamericana contra México o cometiendo violaciones, asesinatos, secuestros, robos y hasta feminicidios en masa como la quema de 120 soldaderas vivas en Camargo; ordenando la violación masiva de todas las mujeres y niñas en Namiquipa; dinamitando viva a la profesora Margarita Guerra en Chihuahua capital y hasta perpetrando el genocidio de San Pedro de la Cueva, Sonora, donde ordenó asesinar ‘a todos los hombres nacidos y aún por nacer’ pese a los ruegos del párroco local, a quien terminó por matar también, por evitar ese crimen de lesa humanidad», prosigue el relato de los crímenes del homenajeado.

El historiador finaliza su reflexión haciendo un llamamiento a la comunidad académica para abrir los ojos desde la historia a la ciudadanía, considerando que si bien para la clase política la manipulación de los hechos se ha convertido en norma, no debe ser así entre quienes como académicos y formadores, quienes deberían de preparar a futuras generaciones de investigadores y mexicanos en la ciencia histórica, alejada de la ideología, «para evitar que la impostura sustituya a la verdad o que la mentira se entronice a perpetuidad desde el poder», concluye.

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