Pedro Nueno

Dr. Pedro Nueno

Pedro Nueno, profesor de la escuela de negocios IESE-Universidad de Navarra, presidente de la Escuela de Negocios Internacional China-Europa y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), aborda diversos aspectos de la actualidad económica, española e internacional, en los artículos «Viajando», «Ayudando», «Cambiando», «Manteniendo», «Aconsejando» y «Emprendiendo», que ha publicado en la sección de Economía del diario «La Vanguardia» entre los meses de julio y agosto.

En «Viajando», el experto reflexiona sobre el futuro que puede deparar a Estados Unidos la política proteccionista de la Administración Trump en un mundo globalizado, a pesar de las barreras arancelarias. «Estados Unidos es enorme y los americanos que viven allí en ciudades grandes tienen muchas cosas parecidas a los europeos. Pero en Estados Unidos hay millones de americanos que viven en las enormes extensiones internas y fuera de las grandes ciudades. Muchos no han salido nunca del país. Para ellos viajar alguna vez a una de sus grandes ciudades ha sido algo fantástico, no tienen pasaporte y hasta les puede caer bien que Trump ponga problemas a los chinos y a los europeos para invertir y exportar a Estados Unidos. Pero, ¿qué pasará cuando algún día China se convierta en la primera economía del mundo? No quiero ni pensar en la reacción de esos millones de americanos que desconocen el mundo», considera.

Por otra parte, en «Ayudando», el académico destaca la importancia del contacto personal tanto en el ámbito académico como en el profesional para desarrollar una carrera y optimizar el desarrollo laboral. «Un directivo que trabaja en una multinacional puede escuchar muchas veces al presidente de la empresa impartiendo discursos a un grupo en Nueva York, pero transmitiéndolo por internet a todos los directivos de la empresa en el mundo. Si alguna vez viene ese presidente, imparte en la filial de aquí un discurso que se transmite a todo el mundo, pero después hay un café o un almuerzo en nuestra filial y podemos saludarlo, hablar un poco con él y hacernos una foto, esta reunión personal vale muchísimo más que lo que vemos online. Sigamos haciendo bien las cosas personalmente, aprovechemos las ventajas de internet, pero vayamos mucho más allá que el ordenador creando amigos y de­sarrollando nuestra valoración de forma positiva», señala.

En «Cambiando», Nueno explica, a través de una experiencia personal, la sensación que le ofreció en su día el principal ejecutivo de la firma Kodak y cómo ese modelo de gestión autoritario y rígido del que fue testigo no fue sino en anticipo del final de la reconocida empresa fotográfica unas décadas después. «Conseguí que me recibiera el gran jefe de Kodak a primera hora de la tarde de un día determinado. Vi que podía coger un vuelo por la mañana para ir, sería un vuelo de unas dos horas desde Boston, y coger otro para volver sobre las ocho de la tarde. Fui a Kodak, todo fue muy bien pero cuando llegué al aeropuerto para volver a Boston habían anulado el vuelo y, eso sí, me dejaron un sitio para volver en otro vuelo a primera hora de la mañana del día siguiente. Me dijeron que esperase en el aeropuerto. Allí tuve que pasar la noche y aproveché para ir haciendo lo que mi jefe -más bien mi amo, porque yo era como su esclavo- quería sobre Kodak. Se notaba que el jefe de Kodak era un dictador y ninguno de sus ejecutivos discrepaba con él», explica.

Asimismo, en «Manteniendo», el experto se apoya en sus propias vivencias para recordar los inicios de la escuela de negocios IESE y la fórmula de su éxito, basado en el modelo de Harvard y, en los últimos tiempos, en apostar firmemente por la presencialidad en las aulas. «El gran modelo para mí es el IESE, fundado en Barcelona en los años 50 por el profesor Antonio Valero. Consiguió formar un equipo de profesores que venían de empresas con las que estaban trabajando e hizo un buen esfuerzo para formarles. Algunos incluso fueron a un programa que había lanzado la Universidad de Harvard para preparar profesores. El programa les ayudó a manejar el famoso método del caso, en el que se estudian cada día dos o tres casos en los que se explica una serie de problemas o alternativas que tiene un directivo que está gestionando una empresa. En la clase los participantes discuten cuál es la mejor acción, el profesor gestiona la discusión y al final aporta formas de analizar, desarrollar situaciones y generar un proceso para una buena solución empresarial», reflexiona.

Nueno también dedica el artículo «Aconsejando» a echar la vista atrás y explicar la mala impresión que le dio su primera participación en el consejo de administración de una importante empresa española que prefiere no identificar, tanto por su poca concreción como por su informalidad, destacándolo como ejemplo de una mala gestión. «Tras un par de horas hablando de fútbol y de política, el director general dijo: ‘Pasemos a nuestra empresa’. Pero uno de los directivos dijo: ‘Os informaré brevemente de un cambio importante en nuestro sector’, y explicó que se había enterado de que una importante multinacional del sector estaba hablando con una empresa española de poca dimensión y que podía ser una forma de que ese competidor creciese notablemente en España si adquiría aquella empresa. Finalmente, se empezó a hablar de la situación de la empresa por parte del director general apoyándose en el balance y la cuenta de explotación, pero eran las 14.00 horas y entró su secretaria sugiriendo desplazarse a una sala próxima donde se había organizado la comida», recuerda.

Finalmente, en «Emprendiendo», el académico recuerda sus inicios académicos en China, un país que desconocía, pero en el que vio un enorme potencial. «Cuando empecé a ir a China porque me pareció que el país se desarrollaría bien y una escuela de dirección de empresas podía ser de gran ayuda, se me ocurrió tratar de lanzarla en Pekín. Yo no conocía China. Contacté al embajador de España, a quien mi idea le pareció un tema imposible, pero me explicó que algunas, muy pocas, empresas españolas habían montado en Pekín una sucursal y que había también alguna empresa europea muy bien establecida y me mencionó a Bayer», rememora.