Ángel Aguirre, académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), rinde su particular tributo a la Universidad de Salamanca con motivo de su octavo centenario en el artículo «Homenaje a la Universidad de Salamanca en sus 800 años de existencia (1218-2018)», que publicará Tribuna Plural, la revista de la RAED, en su número 16, correspondiente al cuarto trimestre del año 2017.
La Universidad de Salamanca es la más antigua de las universidades españolas y su símbolo universitario por excelencia. Fundada como Estudio General en 1218, formó con las universidades de Bolonia (1088), Oxford (1096) y París (1200) el núcleo inicial de las universidades tardo-medievales que alumbraron Europa. Su origen, como el de las grandes universidades europeas medievales, fueron las escuelas catedralicias. Como explica Aguirre, como derivación de la cátedra papal, los obispos implantaron su sede doctrinal en la catedral, donde los canónigos asesoraban jurídica y teológicamente al obispo, impartiendo además docencia en las aulas adosadas al claustro catedralicio (claustro de profesores) con el objetivo de formar al clero. El canónigo doctoral impartía las lecciones sobre el derecho canónico de la iglesia y el canónigo magistral enseñaba la teología cristiana. Las universidades meridionales de Bolonia y Salamanca centraron su docencia en el Derecho, mientras que las de Oxford y París lo hicieron en Teología.
El académico señala cómo el título actual de doctor aparece referido a los docentes por primera vez en español en el «Libro de Alexandre» (S XIII). En 1480, los Reyes Católicos promulgaron en Toledo una ley que ordenaba la obtención de los grados académicos de bachiller, licenciado, magister y doctor. Estos grados fueron reconocidos por las bulas papales de Inocencio VIII (16 de enero de 1486) y de Alejandro VI (26 de julio de 1493).
Aguirre repasa los planes de estudio, los rituales académicos y la didáctica del centro a lo largo de su vasta historia y se centra en sus dos figuras clave, fray Luis de León, quien pronunció su conocida sentencia «como decíamos ayer» tras su forzada ausencia de las aulas al ser encarcelado durante cinco años por la Inquisición, y la de Miguel de Unamuno, rector durante la Guerra Civil.