Mariàngela Vilallonga, presidenta de la Fundación Prudenci Bertrana y académica de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), evoca el germen creativo de una de las obras cumbre de Mercè Rodoreda, «La plaza del Diamante», durante su estancia en la ciudad suiza de Ginebra, donde su pareja, Armand Obiols, había conseguido un contrato como traductor para la Organización de las Naciones Unidas. La académica hace estas reflexiones en el artículo «Barcelone immortalisée à Genève», publicado el pasado 10 de junio en el diario «Le Courrier» de Ginebra.
«Libre de preocupaciones materiales, Rodoreda finalmente se reencuentra con su pasión por escribir», señala Vilallonga, recordando el duro periplo que la escritora tuvo que vivir en Francia tras exiliarse a consecuencia de la victoria del bando franquista en la Guerra Civil española. «Fue en Ginebra donde ella cumplió gran parte de su proyecto literario, y es también allí donde logró inmortalizar la Barcelona en la que está ambientada su obra, a pesar de la distancia que la separaba. De hecho, conservó en su memoria una imagen intacta del ambiente de la ciudad de su juventud y logró esbozar un retrato de la sociedad catalana del siglo XX como nadie antes que ella».
Vilallonga reivindica este papel de Ginebra en la obra de Rodoreda, ya que no solo escribió allí una obra cumbre de la literatura catalana antes de regresar a Romanyà de la Selva, ya enferma, sino que también escribió allí su obra posterior, «La calle de las Camelias». Aunque la propia experta señale que, como reconoció la propia autora, tuvo que centrarse en la escritura al considerar que la ciudad era sumamente aburrida, y la literatura fue su único refugio. «Escribí febrilmente, como si cada día de trabajo fuera el último día de mi vida. Estaba trabajando a ciegas, era un tiempo de gran tensión nerviosa», señaló la escritora en el prefacio de «La plaza del Diamante».
La académica, en este sentido, destaca la importancia de que se reconozca de alguna manera la estancia de Rodoreda en Ginebra y se recuerde su residencia en la calle Vidollet, 19. Y señala que la Fundación Mercè Rodoreda estaría dispuesta a realizar una exposición conmemorativa en la ciudad suiza. «También estoy pensando en instalar una placa conmemorativa en su única dirección en la ciudad, que le sirvió de refugio y le proporcionó la comodidad esencial para la creación, que dio lugar a la publicación de sus dos novelas principales», dice Vilallonga.
Tras su etapa como consejera de Cultura de la Generalitat de Cataluña entre marzo de 2019 y septiembre de 2020, un cargo por el que renunció a la vicepresidencia del Instituto de Estudios Catalanes, Mariàngela Vilallonga reemprendió su actividad docente hasta su jubilación el curso pasado. Desde el mayo es, además, presidenta de la Fundación Prudenci Bertrana. En 2016 fue reconocida con la Creu de Sant Jordi, la máxima distinción que otorga la Generalitat, por sus investigaciones en literatura humanística latina de la Corona de Aragón. Recientemente, fue nombrada consejera del grupo editorial Grup62.