José Ramón Calvo, académico de número y presidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED). Asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación

Obituario publicado en el diario «La Vanguardia» el 21 de octubre de 2020

Dr. Mario Molina

Dr. Mario Molina

José Ramón Calvo, académico de número y presidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), rememora la figura y la obra de Mario Molina, premio Nobel de Química y académico de honor de la RAED, fallecido el pasado 7 de octubre, a quien le unía una larga y profunda amistad, en un obituario publicado por el diario «La Vanguardia» el pasado 21 de octubre. Calvo recuerda el ingreso de Molina en la Real Academia en 2018, con un discurso en el que rememoraba todas las investigaciones que le llevaron al reconocimiento de la Academia Sueca en 1995  junto a los también investigadores Paul J. Crutzen y Frank Sherwood Rowland por sus descubrimientos sobre la paulatina pérdida de la capa de ozono en los polos terrestres.

En un emotivo relato, Calvo explica cómo Molina se interesó en el ya lejano 1972 por el clima y las consecuencias que se derivan del factor antropogénico, cuando empezó a trabajar con quien sería su primer mentor y después su colaborador, Frank Sherwood Rowland. Juntos abordaron la investigación acerca de las propiedades químicas del átomo en procesos radiactivos. Una de las líneas de investigación en las que trabajaron fue la de averiguar el destino de algunas partículas químicas inertes derivadas de procesos industriales acumulados en la atmósfera y cuyos efectos sobre el medioambiente no habían sido tenidos en cuenta hasta ese momento.

Sus investigaciones pusieron de manifiesto la acumulación de clorofluorocarbonos (CFC) e hidrocarburos clorinados que en la atmósfera realizaban una reacción química que eliminaba las moléculas de ozono, fundamentales como filtro de los rayos solares. El propio Molina se implicó de forma personal en la puesta en marcha del Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas para solucionar, de forma exitosa, este primer gran problema para el planeta de origen humano.

 

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