Teresa Freixes, catedrática Jean Monnet ad personam, presidenta del colectivo Citizens pro Europe y académica de número y vicepresidenta de la Junta de Gobierno de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), denuncia la degradación del sistema democrático español y de las instituciones que deberían velar por su integridad en los artículos «El hombre del mazo» y «El desmoronamiento del sistema democrático», que publicó con motivo de la celebración del Día de la Constitución en los diarios «El Imparcial», «Heraldo» y «La Verdad» entre los pasados 6 y 8 de diciembre.
En «El hombre del mazo», la experta compara la imparcialidad del ‘speaker’ de la Cámara de los Comunes británica con el partidismo que, a su entender, ha demostrado la presidenta del Congreso de los Diputados español, Francina Armengol, desde que asumió el cargo en beneficio de los intereses del Gobierno de Pedro Sánchez, tanto en la investidura como en la gestión y tempos de los trámites parlamentarios y en el contenido de sus discursos institucionales.
«Ciertamente, le tengo envidia a un sistema que exige neutralidad, eficacia y honestidad al ‘hombre del mazo’. Y cuya costumbre constitucional, cuando algo no concuerda con tal tríada, porque nadie está a salvo de acciones inapropiadas, consiste en que la única salida digna que le queda a quien infringe las normas, por acción o por omisión, es presentar la dimisión. Claro que, si el ejemplo cunde, puede que nos quedáramos con un vacío institucional y con un gran desasosiego. De todos modos, mayor que el que nos invade en estos tiempos ya comienza a resultar difícil de imaginar. Pero nunca se sabe. Siempre pensamos que hemos tocado fondo y resulta que no, que todo puede ir a peor», considera.
Por su parte, en «El desmoronamiento del sistema democrático», la vicepresidenta de la RAED recuerda cómo la Constitución de 1978 fue aprobada por referéndum nacional con un amplio consenso político que precedió a una amplia aprobación del texto constitucional por la ciudadanía: un 87,78 % de votos afirmativos, que correspondían a un 58,97% del censo electoral. En Cataluña el porcentaje de aceptación fue todavía mayor, un 90,46%. «La Constitución fue concebida como una constitución de integración y las instituciones políticas se conforman en ella a través de procedimientos de consenso. Salvo el Congreso y el Senado, se precisan amplias mayorías para la elección de los principales órganos porque así lo quiso la constituyente, del mismo modo que también es necesario un gran consenso para su propia reforma. Sólo la hemos reformado dos veces, ambas en relación con nuestra integración en la Unión Europea», explica.
Sin embargo, Freixes lamenta el desprestigio que desde las propias instituciones se le infunde al texto. «Lejos de poder celebrar lo que ha sido internacionalmente considerado como un éxito, derivado de una transición a la democracia basada en la integración social, política y económica (no olvidemos el precedente de los Pactos de la Moncloa), hemos de lamentar que el actual Gobierno se haya empecinado en aprobar una ley para amnistiar a los golpistas catalanes y a orillar a la soberanía nacional para trasladar lo que corresponde decidir a la nación en su conjunto a reuniones clandestinas en el extranjero apoyadas por ‘verificadores internacionales’ como si estuviéramos en una situación bélica o de narcoterrorismo. Todo ello aderezado, además, de una crisis que pone a los jueces en el punto de mira y bajo el control de quienes han de ser controlados por ellos, como es intrínseco a todo Estado de derecho», concluye.