José Ramón Calvo en la Campaña para la firma del Manifiesto de Galápagos

Dr. José Ramón Calvo

José Ramón Calvo, asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina del País Vasco y académico de número y presidente del Instituto de Cooperación Internacional de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), expone en una publicación el portal especializado 65ymás, difundida el pasado 26 de mayo, los riesgos del consumo del tabaco entre los mayores, ya que limita la esperanza de vida y aumenta el riesgo de padecer Alzheimer o empeorar su evolución en el caso de que la enfermedad ya se haya presentado. La publicación viene acompañada de un vídeo donde el propio académico incide en estos riesgos.

«Dejar de fumar tiene beneficios hasta el día antes de morirse. El tabaco es el único producto legal que va a matar a uno de cada tres usuarios. El principal problema que va a tener una persona mayor que fuma es que su calidad y esperanza de vida se va a ir reduciendo y va a desarrollar, si no lo ha hecho ya, patologías francamente desagradables, como EPOC, la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, que afecta fundamentalmente a consumidores de tabaco. Trate usted de coger aire y mantenerlo durante cinco segundos y luego intente respirar. Verá que no puede. Pues esa es la sensación que siente una persona con EPOC», explica el experto.

Calvo añade que el consumo de tabaco no sólo se vincula con esta patología o con diferentes tipos de cáncer, como el de pulmón, sino que también se ha relacionado científicamente con diversos problemas cardiovasculares que inciden en el riesgo de padecer un ictus o un infarto, y con una afectación de órganos como los riñones o el cerebro, con un marcado riesgo de demencia o de afectación directa a diferentes patologías neurodegenerativas ya diagnosticadas.

La buena noticia, para el académico, es que dejar de fumar permite recuperar tanto la salud y el bienestar como mejorar la esperanza de vida. «Prácticamente, entre siete y diez años después de hacerlo, los riesgos de padecer enfermedades relacionadas se igualan con los del no fumador. Y en un periodo mucho más corto ya se notan mejorías como la reducción de la sensación de falta de aire al caminar, por ejemplo. Eso sí, la probabilidad de mejorar será mayor cuanto antes se abandone», explica Calvo, quien aconseja ayuda especializada para abandonar este hábito. «Dejar de fumar no es sencillo, puesto que la nicotina es dos veces y media más adictiva que la heroína, cinco más que la cocaína y diez que el alcohol», señala. Aunque el primer paso, en cualquier caso, es la voluntad de dejarlo.

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