Josep Ignasi Saranyana, profesor emérito de la Universidad de Navarra, miembro «in carica» del Pontificio Comité de Ciencias Históricas y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica el artículo «La recepción de ‘Medellín’ en la historiografía colombiana», donde aborda las influencias de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín, celebrada en 1968. Un trabajo que el académico leyó en su recepción como académico correspondiente extranjero de la Academia Colombiana de la Historia. El trabajo se publicó en el volumen 14, correspondiente a 2005, del «Anuario de historia de la Iglesia», editado por la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
«La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín (1968) no supuso una ruptura, sino continuidad, aunque en su momento ello no pudo apreciarse. Una lectura de la recepción de ‘Medellín’ en las revistas teológicas colombianas permite advertir que el sector continuista (continuidad entre Vaticano II-Medellín-Puebla) estaba más cerca de la realidad histórica que el sector rupturista, que postuló una solución de continuidad entre el antes y después de ‘Medellín’. ‘Medellín’ no fue liberacionista, en el sentido radical del término», resume el académico el principal postulado de su estudio.
Considerada popularmente como el «Vaticano II americano», al abordar la teología de la liberación y la pastoral misionera, la Conferencia de Medellín se asumió en su día como una normalización y asimilación de un nuevo modelo de evangelización, por más que al cabo de los años y especialmente de las dos primeras décadas de su celebración se entendió como la configuración de una teología propiamente latinoamericana nacida del giro antropológico promovido por la propia conferencia.
«La idea de latinoamericanizar que se extrajo de ‘Medellín’ suponía un vuelco de muchos planteamientos teológicos y una importante revolución teológica. Por ejemplo, los tres votos característicos del estado religioso pasaban a simbolizar el ‘testimonio público y político del religioso en actitud crítica de los valores establecidos por el sistema capitalista’. Esta forma de entender los compromisos religiosos subvertía el orden teológico y canónico establecido. Ofrecía una alternativa secularizada de la vida religiosa, acorde con la secularización del mensaje evangélico pretendida por los creadores de esa nueva teología. Tal inversión concordaba con los presupuestos de algunas corrientes de la liberación, las cuales, al preguntarse por las relaciones entre lo intrahistórico y lo metahistórico, leían el más allá en función del más acá», señala Saranyana sobre el significado que acabó teniendo aquella cita.
Sin embargo, concluye el académico, hay más de mito forjado con los años sobre aquella conferencia que de realidad, dadas tanto sus conclusiones como la recepción inicial de su alcance y la lectura que hacen actualmente los historiadores de la Iglesia con la necesaria distancia temporal. «El espíritu del pueblo es creador de mitos y Colombia es cuna de muchos de ellos. Macondo tiene aquí su aposento», concluye Saranyana su lectura.