Josep Ignasi Saranyana
Profesor emérito de la Universidad de Navarra, académico correspondiente de la Real Academia de Historia, miembro «in carica» ​​del Pontificio Comité de Ciencias Históricas del Vaticano y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914

Josep Ignasi Saranyana, profesor emérito de la Universidad de Navarra, miembro «in carica» ​​del Pontificio Comité de Ciencias Históricas y académico emérito de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica el trabajo «Posibilidad y necesidad de Avicena», publicado originalmente en los «Anales del Seminario de Historia de la Filosofía» de la Universidad Complutense de Madrid en su volumen quinto, correspondiente a 1985. El artículo aborda el papel capital del científico y filósofo persa en la divulgación de la tradición clásica, y en particular de la obra y el pensamiento de Aristóteles, tanto en Oriente como en Occidente, en la alta Edad Media.

Acto de ingreso del Dr. Josep Ignasi Saranyana i Closa

Dr. Josep Ignasi Saranyana

«Aunque sea cuestión muy sabida conviene recordar, una vez más, que Avicena conocía perfectamente los catorce libros de la ‘Metaphysica’ aristotélica y estaba familiarizado con el ‘corpus logicum’ del estagirita. Los puntos de partida de su ‘Liber de Philosophia prima sive ciencia divina’, comúnmente conocido por ‘Metaphysica’, una de las partes traducidas al latín de su enciclopedia titulada «Al Sifa» (la curación), son aristotélicos. Con base en estos préstamos, Avicena tuvo una intuición genial, que habría de ser punto de arranque de buena parte de la especulación altoescolástica (Tomás de Aquino, Enrique de Gante y Juan Duns Escoto, entre otros)», inicia el académico su estudio.

Entre las figuras del corpus aristotélico recuperadas e incorporadas por Avicena en su pensamiento, Saranyana destaca los conceptos de cosa y ente y de necesidad y posibilidad. Así como la introducción de un Dios eterno e incorruptible -en su caso Alá- en este precedente de lo que sería la lógica escolástica, distinguiendo entre la esencia abstracta y el ente concreto que no exige existir, pero existe por su esencia. En este sentido destacó en su obra, traducida al latín y de referencia en toda Europa a partir del siglo XII, que las cosas universales o eternas que no se corrompen, aunque sean particulares, no preceden en ningún caso a las cosas que están en potencia.

Avicena

Para el académico, una de las principales aportaciones de Avicena no sólo es recuperar la tradición grecolatina e inscribirla en el pensamiento teocrático del Islam, sino emprender un nuevo camino al margen de su propia tradición. «¿Por qué podríamos preguntarnos al término de nuestra investigación, tanto interés por parte de Avicena en tender un puente entre el mundo de los géneros hipostasiados y el ámbito de las realidades sublunares? ¿Acaso intentó conciliar las dos alternativas que ofrecía el tercer interrogante de Porfirio (si los géneros y las especies están en las cosas o fuera de las cosas)? Recuérdese que la tercera cuestión porfiriana, que los latinos conocieron a través de las traducciones y comentarios de Boecio, establecía la alternativa entre Platón y Aristóteles, no sólo en el orden gnoseológico, sino también en el ontológico. Quién sabe si Avicena no se sintió defraudado después de la lectura de la obra de su maestro Al Farabi sobre la conciliación entre Platón y Aristóteles y quiso aventurar otra vía de conciliación en base a la noción de la posibilidad de ser», concluye el estudioso lanzando una pregunta irresoluble a la comunidad científica.

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