Francisco López Muñoz, profesor de Farmacología y vicerrector de Investigación, Ciencia y Doctorado de la Universidad Camilo José Cela, miembro fundador del Comité de Observación del Observatorio de Derechos Humanos de España, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina del País Vasco, miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona sobre el Código de Ética Médica de Núremberg, que regula los principios sobre la experimentación con seres humanos fruto de los Juicios de Núremberg al final de la Segunda Guerra Mundial, en el artículo «Un legado atípico de los crímenes nazis: el código de Núremberg, espejo biomédico de la Declaración de Derechos Humanos», publicado el pasado 17 de diciembre en el diario «El Español». El académico aprovecha la conmemoración del 75.º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, para referirse a este otro texto capital de la asistencia sanitaria y de la investigación biomédica.
«Este proceso sacó a la luz un perverso sistema de destrucción de la conciencia social alemana que, en su vertiente sanitaria, supuso la institucionalización de conductas criminales en materia de salud pública, higiene racial e investigación humana. Desde el momento en que Adolf Hitler alcanzó la Cancillería de Alemania en 1933, el menoscabo en materia de ética médica fue avanzando progresivamente, con la complicidad y participación activa del colectivo sanitario», señala López Muñoz, quien recuerda en el artículo cómo entre las distintas formas de violación deontológica se incluyeron la implementación de las leyes de segregación racial y protección de la raza aria, los programas de esterilización forzada y, en el marco de las leyes para la prevención de las enfermedades hereditarias de la descendencia, los programas de eutanasia de discapacitados mentales y físicos, los experimentos médicos en discapacitados y en prisioneros sanos internados en campos de concentración, la participación en los procesos de selección de los campos e incluso en el asesinato activo de prisioneros inocentes.
Para el experto, muchos médicos aceptaron que las leyes eugenésicas estaban concebidas para el beneficio de la nación y dejar así un legado de salud a las generaciones venideras, otros muchos sanitarios lo justificaron todo por su entrega a la ciencia, incluso los inhumanos experimentos cometidos en los campos de concentración, mientras otros se definían como patriotas inmersos en una guerra. «Pero como suele suceder en algunos momentos de la historia, las tragedias pueden servir de abono a salutíferas cosechas. Así, en respuesta a las atrocidades cometidas, surgió el primer código internacional de ética para la investigación con seres humanos, el Código de Núremberg, publicado el 19 de agosto de 1947 bajo el precepto hipocrático ‘primun non nocere’ (lo primero es no hacer daño). Este Código, impregnado de la misma filosofía que un año después se plasmó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, estableció las normas para llevar a cabo experimentos con seres humanos, incidiendo especialmente en la obtención del consentimiento voluntario de la persona, que desde entonces se ha considerado como la piedra angular de la protección de los derechos de los pacientes», señala.
Tras el Código de Núremberg, recuerda el experto, aparecieron los primeros códigos específicos en materia de bioética, como la Declaración de Ginebra (1948), el Código Internacional de Ética Médica (1949), la Declaración de Helsinki de la Asamblea Médica Mundial (1964), el Informe Belmont (1978), las Pautas Éticas Internacionales para la Investigación Biomédica en Seres Humanos (2002) de la Organización Mundial de la Salud o la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la Unesco (2005).
Reconocido divulgador de la historia contemporánea, la literatura española de los Siglos de Oro y la medicina y farmacología, López Muñoz es doctor en Medicina y Cirugía y doctor en Lengua y Literatura Españolas, especialista en Medicina Farmacéutica y diplomado en Estudios sobre el Holocausto por la Escuela Internacional para los Estudios del Holocausto de Yad Vashem, en Jerusalén. Es investigador del Instituto de Investigación Hospital 12 de Octubre de Madrid y miembro de prestigiosas académicas científicas internacionales. Ha participado en numerosas investigaciones y es autor de monografías y artículos en sus áreas de investigación.