Aldo Olcese, presidente de la Fundación Independiente y de la Asociación Nacional Sociedad Civil Ahora, académico de número de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras y vicepresidente y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), defendió un modelo de economía humanista impulsado por la sociedad civil durante el debate «Economía y personas: mirada a la actualidad», organizado por Cáritas Española y la Fundación Pablo VI y enmarcado en la jornada «¿Otra economía es posible?», que se celebró el pasado 28 de septiembre. El acto estuvo presentado y moderado por Ana Heras, coordinadora del equipo de Economía Solidaria de Cáritas Española, y contó también con la participación de Jesús Pérez Mayo, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Extremadura y patrono de la Fundación Foessa.
Olcese reflexionó sobre lo que calificó como un modelo económico «desvirtuado, en el que ha desaparecido el componente moral». Y puso varios ejemplos, como la subida de los costes de la energía cuando solo el 8% del gas del mundo está afectado, o la subida de los tipos de interés, «cuando la inflación es de costes, y no de demanda», señaló. «¿Qué hay en el origen de lo que estamos viviendo? Se nos dice que la guerra de Ucrania, el incremento de precios del gas, que hemos entrado en recesión… Realmente empezamos a entrar en riesgo este mes de octubre; sin embargo, llevamos ocho meses en los que los precios energéticos se han multiplicado por diez. Es una situación delirante, con todos los productos disparados, porque la leche ha subido un 25%, el aceite un 300%, los alquileres de locales un 500%. A esto se le llama especulación. Y es una especulación inmoral e intolerable, llena de codicia sobrevenida y abusos, donde ha faltado una buena gobernanza», afirmó.
Para el académico, referente en responsabilidad social corporativa en España, hay precisamente en este momento una crisis de esta responsabilidad que figura en los objetivos de toda sociedad mercantil, sobre todo en las grandes corporaciones. En un momento, además, en el que los resultados de muchas empresas siguen creciendo. «Aquí lo que hay es un componente de codicia desmedida, hay mucha gente tratando de hacer su agosto a expensas de lo que está sucediendo en el mundo. Y lo dice alguien que se considera un conservador liberal», afirmó. De ahí que abogase por una revitalización de los compromisos morales y de los valores, partiendo de los valores de la sociedad civil que abanderó la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad.
«Lo que veo en la actuación de las grandes corporaciones y en la escalada de precios no responde a una buena responsabilidad social corporativa, sino a todo lo contrario, y produce efectos muy negativos, porque cuando no somos responsables de nuestros propios actos, no nos contenemos y no nos gobernamos a nosotros mismos, el regulador se pone nervioso y actúa, y normalmente lo hace mal: pone impuestos, fija restricciones… Es lo que estamos viviendo. ¿No habría sido más razonable que las compañías energéticas hubieran limitado los precios en aquella fracción de beneficios que les sobrevenían por unas circunstancias ajenas a su propia dinámica?», se preguntó.
Para Olcese, nos encontramos ante un retroceso en las libertades económicas y en la economía de mercado, lo que ha acabado generando los populismos cada día más presentes en la sociedad y en la política. En esta línea, certificó que ya no es posible doblegar el modelo autocrático de China, dada la fortaleza económica que ha alcanzado, y será necesario convivir de una manera positiva y proactiva. Asimismo, ante una inflación de costes y no de demanda, consideró que la subida de tipos solo puede conducir a incrementar esta inflación. El académico apeló al «coraje cívico». «Creo firmemente en la economía de las personas y confío en que el gran motor del humanismo sea la empresa y no el Estado», concluyó.