August Corominas, profesor de Fisiología Humana de la Universidad de Murcia y de la Universidad Autónoma de Barcelona y académico emérito y miembro del Senado de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica el artículo «¿Es posible llegar a los cien años o incluso más?«. Adentrándose en esta misma materia, el académico compartió recientemente en esta publicación los artículos «Los cuatro jinetes del apocalipsis gerontológico: soledad, silencio, dolor y nocturnidad», «Reflexión antropológica de la edad centenaria« y «De abuelos a nietos» y además es autor de uno de los capítulos del libro «Vitalidad al envejecer. Si lo deseas, puedes vivir más años con salud», editado por la Real Corporación con el apoyo de Vichy Catalán.
¿Es posible llegar a los cien años o incluso más?
Envejecimiento, ancianidad, estilo de vida, una vida saludable hasta el final… Partamos de que es importante la salud, no sólo la longevidad. Vivir más de cien años hoy en día es posible, pero depende de varios factores:
- Genética
- Bioma
- Exposoma
- Estilo de vida
- Nutrición (hipocalórica, equilibrada y completa de todos los nutrientes y vitaminas)
- Atención médica (Síndromes geriátricos)
- Ambiente
- Vida interior, espiritualidad
- Protocolo ‘antiaging’
- Vivir en una de las denominadas áreas azules
La estadística demográfica nos indica que de 8.000 millones de personas en el mundo hay 565.000 centenarios, según la Organización Mundial de la Salud. En España son 14.471 y en Cataluña, 1.544, según datos oficiales, aunque son muy variables.
En cuanto a la genética hay muchos genes que controlan el envejecimiento, pero hay dos tipos que son decisivos: los genes protectores positivos y los tanatogenes, negativos. La genética no lo es todo, otros factores también juegan papel importante. Un estilo de vida saludable puede aumentar las posibilidades de vivir más de cien años. Esto quiere decir llevar una dieta equilibrada, hipocalórica, como la dieta mediterránea, con fitonutrientes, probióticos y antioxidantes. Lógicamente, no fumar, beber con moderación, no destilados, mantener una buena salud mental, evitar la soledad y aumentar la socialización. Mantener una red de ayuda social, mantenerse activo en la comunidad. Es importante en este sentido destacar la longevidad que se observa en muchos conventos y monasterios.
Es importante también mantener una sexualidad activa y equilibrada, porque la ancianidad no es asexuada. Hay que mantener la sensibilidad, la sensualidad, la sexualidad y la genitalidad. Las caricias, abrazos y besos aumentan el bienestar y la felicidad. El tacto es muy importante.
La nutrición, insistimos, debe estar muy cuidada. Poca grasa, poca carne roja, proteína vegetal, pocos alimentos procesados, evitar los azúcares, primar las frutas y verduras, así como los probióticos para promover una vida larga y saludable. Mucha fibra dietética, legumbres, mucha agua. Tener una atención médica regular, con visitas cada tres a seis meses. Mantener una especial atención a las enfermedades crónicas. Vigilar el denominado síndromes geriátrico: inmovilidad, fragilidad, vértigos, deterioro cognitivo, incontinencias, caídas, insomnio, impotencia funcional integral.
Vivir en familia si es posible, practicar la bonhomía, el equilibrio e interactuar mucho con los nietos, si los hay, porque transmiten juventud. Practicar ejercicio físico moderado, como la jardinería o la horticultura o la pesca. Si no es posible caminar, practicar el ciclismo estático o dinámico, natación o ‘aquagym’. Llevar, en general, hábitos saludables. Reír, mantener una rica vida interior. Terapias antiestrés. Dormir ocho horas al día. Estimar y respetar la biosfera y atender las emergencias climáticas.
Los verbos para la longevidad son caminar, participar, compartir, convivir, cantar, conversar, sonreír y amar.