Ramón Ricardo Vidal y Plana
Doctor en Ciencias Biológicas y en Farmacología Aplicada, especialista en Biología Molecular (Organización Europea de Biología Molecular-Universidad de Tromsö) y académico correspondiente de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Ramón Ricardo Vidal y Plana, académico correspondiente de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona en este artículo sobre el obligado rigor de las comunicaciones científicas a raíz de la polémica desatada en torno al informe sobre la hidroxicloroquina en el tratamiento de la Covid-19 avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Deontología en  la comunicación científica en tiempos de Covid-19.
La responsabilidad moral del científico

Los científicos somos responsables, frente a nuestra propia conciencia y ante la sociedad, no solamente de nuestra labor sino también de cómo nuestros resultados, observaciones y consideraciones son transmitidos de manera veraz y comprensible al resto de la humanidad. En dos recientes aportaciones, publicadas el pasado mes de abril de 2020 en el fórum de la RAED (Desde la desinformación sobre el Coronavirus, hacia la evolución de nuestro comportamiento social y Cloroquina y Coronavirus: ¿esperanza o espejismo?) analizamos el estado de los conocimientos científicos sobre el origen de la Covid-19 y sobre la eventual eficacia de la cloroquina en su prevención y tratamiento y mencionamos el lanzamiento de un vasto ensayo clínico europeo bajo el nombre de Discovery.

A principios de este mes de junio nos encontramos con un nuevo hecho que conmueve los cimientos de la comunidad científica, descrito por Gilbert Deray, del Hospital de La Piedad-Salpetrière de París como «un gran escándalo, muy nocivo para la comunidad científica». Un estudio publicado el pasado 22 de mayo por la reconocida revista internacional de medicina «The Lancet» con el título «Hydroxychloroquine or chloroquine with or without a macrolide for a treatment of COVID-19: a multinational registry analysis», firmado por Mandeep R. Mehra, Sapan S. Desai, Franck Ruschitzka y Amit N. Patel, declaraba en sus conclusiones que la hidroxicloroquina no es beneficiosa para los enfermos de Covid-19 hospitalizados y que incluso puede ser nefasta.

Tal declaración tuvo una espectacular resonancia planetaria, al punto que la OMS (Organización Mundial de la Salud) suspendió todos los ensayos clínicos en curso relativos a los efectos de la hidroxicloroquina sobre la Covid-19. La misma revista «The Lancet»  ha publicado pocos días más tarde, el jueves 5 de Junio de 2020, con el título «Retraction-Hydroxychloroquine or chloroquine with or without a macrolide for a treatment of COVID-19: a multinational registry analysis», una rectificación firmada por tres de los cuatro autores del articulo publicado el pasado 22 de mayo por la misma revista. Son Mehra, del Brigham and Women’s Hospital de Boston, Ruschitzka y Patel. El cuarto autor, Desai, es director de Surgisphere, joven empresa con sede en Chicago que se presenta como una organización de servicio público y que utiliza una plataforma inteligente de análisis de datos denominada Quartz Clinica.

La razón oficialmente declarada por los tres autores de la retractación es la imposibilidad de garantizar la veracidad del origen de los datos, debido al rechazo por el cuarto autor de permitir el acceso a las bases de datos en los que se basaba el estudio. El pretexto declarado por Surgisphere para no desvelar el origen de los datos de 96.000 pacientes de 671 hospitales, ingresados en el periodo entre diciembre y abril,  sobre los que se fundaba el ensayo clínico, invoca los acuerdos de confidencialidad establecidos.

Este episodio ha motivado que la OMS haya decidido ofrecer inmediatamente su acuerdo para la reanudación de los ensayos clínicos que habían sido suspendidos por efecto de la primera publicación; en particular el vasto ensayo europeo Discovery, coordinado por Yazdan Yazdanpanah, director del servicio de enfermedades infecciosas del Hospital AP-HP Bichat de París. En este ensayo participan mas de 3.200 pacientes de Covid-19 con síntomas graves de siete países: Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Gran Bretaña, Alemania  y España.

La revista «The Lancet» ha presentado públicamente sus excusas, afirma tomar muy en serio los aspectos de integridad científica y considera urgente una evaluación de eventuales ulteriores colaboraciones con la empresa Surgisphere. Otra reconocida revista, «The New England Journal of Medicine», ha anunciado también la rectificación de otros trabajos publicados. Stephen Evans, de la London School of Hygiene and Tropical Medicine de Londres ha declarado su esperanza de que «nuevos resultados de ensayos creíbles estén pronto disponibles», y Deray ha declarado que este asunto constituye «un gran escándalo, muy nocivo para la comunidad científica».

En esta situación, mientras en Francia Didier Raoult, director del Institut Hospitalo-Universitaire Méditérranée (IHU) de Marsella, defiende con sus resultados la eficacia de la poco costosa cloroquina en el tratamiento de la primera fase de la infección por Covid-19, en Gran Bretaña, Martin Landray, de la Universidad de Oxford, declara que la cloroquina  “no es un tratamiento contra la Covid». «No funciona, podemos interrumpir este tratamiento, porque es inútil”, insiste. Y explica que ha decidido hacer públicos «estos resultados preliminares porque implican consecuencias importantes para el tratamiento de los pacientes y para la sanidad pública».

Cabe recordar que el ensayo clínico Recovery es un estudio clínico controlado y sobre más de 11.000 pacientes escogidos por sorteo, de 175 hospitales, para valorar la eficacia de diferentes tratamientos contra la Covid. De los 11.000 pacientes, 1.542 pacientes han recibido hidroxicloroquina y han sido comparados con 3.132 pacientes tratados de manera tradicional.

El telón de fondo que puede contribuir a comprender estas grandes maniobras de manipulación e incluso de falseamiento de información científica pueden ser los enormes intereses y especulaciones financieras y bursátiles, así como las maniobras de hegemonía política y de poder a escala internacional, bajo pretexto de la Covid-19. Entre las nuevas terapias en curso de ensayo están el Remdesivir de la empresa californiana Gilead Sciences y la vacuna en curso de ensayo por otra empresa norteamericana: Moderna Therapeutics. Después del anuncio de «resultados prometedores» de su vacuna en curso de estudio, su valor de mercado se disparó un 30% al inicio de junio de 2020 y aumentó en los días sucesivos a 29.000 millones de dólares.

Según los registros de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) que fueron revisados ​​por CNN Business, a principios de junio de 2020 el presidente financiero y el director médico de Moderna ejecutaron opciones y vendieron acciones bursátiles combinadas por casi 30 millones de dólares. Lorence Kim, presidente financiero, ejerció 241.000 opciones por tres millones de dólares. Luego, las vendió de inmediato por 19,8 millones, con una ganancia de 16,8 millones. Al día siguiente, Tal Zaks, director médico, gastó 1,5 millones de dólares para poner en efecto sus opciones. Inmediatamente vendió las acciones por 9,77 millones de dólares, generando una ganancia de 8,2 millones de dólares.

Ramón Ricardo Vidal y Plana

Dr. Ramón Ricardo Vidal y Plana

Las ventas ocurrieron después de que Moderna Therapeutics entusiasmara a Wall Street antes de que abrieran los mercados al anunciar resultados prometedores en los ensayos de la vacuna que desarrolla contra la Covid-19. Tras dispararse a los 87 dólares, el precio de la acción de Moderna disminuyó a menos de 70 dólares a medida que expertos médicos debatieron la importancia real de los primeros hallazgos. Atenazada por grandes maniobras por la conquista de poder político y económico, la búsqueda de la verdad, que debe ser el objetivo y el deber de todo científico, aparece hoy gravemente comprometida.

El académico inglés cofundador del University College de Londres Jeremy Bentham (1748-1832), en su libro “Deontology or the Science of Morality” (Deontología o ciencia de la moralidad), publicado en 1834, definió la ética profesional o deontología profesional como la rama de la ética aplicada cuyo propósito es establecer los deberes de quienes ejercen una profesión. La ética o deontología no impone sanciones legales o normativas. Sin embargo, la ética profesional puede estar, en cierta forma, en los códigos legales que regulan una actividad profesional. La deontología también forma parte de lo que se conoce como ética normativa y presenta una serie de principios y reglas de cumplimiento obligatorio.

Hoy, más que nunca, en estos tiempos turbulentos, la consideración y aplicación del concepto de deontología definido hace casi dos siglos por Bentham aparece como criterio imprescindible  para la investigación científica y la publicación de los resultados obtenidos, y una exigencia fundamental para el futuro de nuestra sociedad.