Ramón Ricardo Vidal y Plana
Doctor en Ciencias Biológicas y en Farmacología Aplicada, especialista en Biología Molecular (Organización Europea de Biología Molecular-Universidad de Tromsö) y académico correspondiente de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Si los esperanzadores resultados de ensayos clínicos actualmente en curso confirman la eficacia de la cloroquina contra el coronavirus, tal vez podrá contribuir a combatir la actual pandemia de Covid-19 (SARS-CoV-2) con un nuevo enfoque.

Diferente de la quinina, cuyo origen es natural, la cloroquina es un compuesto químico de síntesis, del grupo de las cuatro aminoquinolinas, descubierto en junio de 1934 por el científico Johann Andertsag, doctor en química por la Universidad Técnica de Munich, durante sus investigaciones en los laboratorios de la empresa farmacéutica Bayer.

La cloroquina fue utilizada durante la Segunda Guerra Mundial para el tratamiento de la malaria. Hasta hoy, su eficacia terapéutica ha sido reconocida para la prevención y el tratamiento de la malaria (paludismo) y otras infecciones protozoarias como la lambliasis, la amebiasis extraintestinal, el distoma hepático, la leismaniosis y  también la paragonimiasis (de parásitos tremátodos del género Paragonimus cuyas larvas infectan ciertos caracoles y cangrejos). Por sus propiedades antiinflamatorias, la cloroquina también es utilizada para tratar pacientes de artritis reumatoide, espondiloartritis, lupus eritomatoso difuso  y conectivopatías.

En sus distintas aplicaciones, el mecanismo de acción de la cloroquina es diferente. La comercialización de la cloroquina fosfato fue oficialmente autorizada en Francia a partir de 1949. A partir de 1990 fueron descritos también efectos anti-virales, cuyo mecanismo de acción era el de modificar el pH de los órganos intracelulares denominados lisosomas. Por esta propiedad, la cloroquina fosfato impide la infección de las células por ciertos virus.

Hidroxicloroquina y coronavirus

El mayor defensor del protocolo terapéutico basado en la cloroquina es Didier Raoult, director del Hospital Universitario Mediterráneo (IHU) de Marsella. A finales del pasado mes de febrero de 2020 publicó un vídeo en el que presenta la cloroquina como una solución terapéutica para combatir el Covid-19 (SARS-CoV-2). Su orientación se basa en la constatación que los enfermos, cuando comienzan a presentar dificultades respiratorias, o ingresan ya en reanimación, no poseen ya casi virus y frecuentemente ni se consigue cultivarlos. Por ello parece demasiado tarde para tratarlos eficazmente con productos antivirales.

El ministro francés de Solidaridad y Salud, Olivier Véran, ha declarado haber hablado varias veces con Raoult. «Me ha informado de sus observaciones y de sus ensayos, que he transmitido a la Dirección General  de la Sanidad, la cual las está estudiando. Sabemos que existen investigaciones interesantes sobre un efecto in vitro pero los resultados de los ensayos sobre pacientes están todavía por determinar». Si bien la Organización Mundial de la Salud recomienda no promover terapias cuya eficacia e inocuidad no han sido suficientemente probadas en ensayos clínicos respetuosos de los rigurosos criterios de la farmacología clínica, a finales de marzo Véran autorizó a los hospitales franceses a poder prescribir cloroquina para el tratamiento del coronavirus si el médico responsable lo juzga útil, sin obligación de esperar los resultados de los ensayos clínicos en curso.

El decreto del Gobierno de Francia (Diario Oficial del 26 de marzo de 2020) precisa: «La hidroxicloroquina y la asociación Lopinavir/Ritonavir pueden ser prescritos, suministrados y administrados bajo la responsabilidad de un médico a los pacientes infectados por la Covid-19, en los establecimientos de salud que los prevén, así como para la continuación de su tratamiento si su estado lo permite y cuenta con la autorización del prescriptor inicial en el domicilio». Esta condición de fase avanzada de la enfermedad podría ser responsable de un posible fracaso de un vasto ensayo clínico europeo, codificado con el nombre de «Discovery», que va a estudiar la eficacia de la cloroquina y otros fármacos, ya que prevé principalmente estudiar enfermos graves de Covid-19 (SARS-CoV-2).

El ensayo está coordinado por Yazdan Yazdanpanah, director del servicio de enfermedades infecciosas del Hospital AP-HP Bichat de París. En él participan mas de 3.200 pacientes de Covid-19 con síntomas graves, de siete países (Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Gran Bretaña, Alemania y España), de los cuales 800 en Francia. Este ensayo clínico prevé estudiar varias moléculas que han demostrado una cierta actividad en ensayos in vitro, en laboratorio, sobre la Covid-19 (SARS-CoV-2). Los pacientes están repartidos al azar en cinco grupos, cuatro de los cuales recibirán uno de los cuatro tratamientos experimentales, entre ellos uno con hidroxicloroquina, y los otros tres con terapias antivirales, mientras que el quinto grupo recibirá cuidados ya reconocidos, entre los cuales la oxigenoterapia.

Aunque la cloroquina viene siendo utilizada en medicina para otras aplicaciones terapéuticas desde hace más de 70 años, la Academia Francesa de Medicina, que ha constituido un grupo de trabajo sobre la Covid-19 (SARS-CoV-2), y la Academia Francesa de Ciencias han expresado la posición que «frente a la pandemia de Covid-19, cuya rápida progresión tiene como consecuencia una morbosidad y una mortalidad elevadas, no disponemos hasta hoy de ningún tratamiento médico eficaz para esta infección”. Una de las dificultades de los ensayos clínicos sobre pacientes infectados pero no en estado grave de salud es la pequeña proporción de pacientes destinados a agravarse.

Un ensayo clínico multicéntrico realizado en China por los Profesores Jianjun Gao, Zhenxue Tian y Xu Yang, del departamento de Farmacología de la Universidad de Qingdao y del Hospital de Qingdao, en la provincia de Shandong, en el este de China, estudio que fue publicado el 19 de febrero de 2020, muestra que pequeñas concentraciones de cloroquina fosfato bloquean in vitro la penetración del SARS-CoV-2 en las células. Sobre esta base, un ensayo clínico llevado a cabo en diez hospitales chinos, en Wuhan, Pekín, Shanghái y otras siete localidades, sobre 100 pacientes infectados de SARS-CoV-2 con neumonía confirmada, constató la eficacia terapéutica de la cloroquina administrada durante seis días  a la dosis diaria de 500 mg, muy inferior a la dosis tóxica, igual o superior a 2 gramos.

En un ensayo clínico no «randomizado» realizado en el IHU de Marsella por Didier Raoult sobre 24 pacientes tratados con una dosis diaria de 600 mg de hidroxicloroquina sulfato, cuya tolerancia  es mejor que la de cloroquina fosfato, con una eficacia equivalente, asociada esta vez al antibiótico Azitromicina para prevenir eventuales infecciones bacterianas secundarias, el 75% de estos pacientes habían eliminado el virus (seropositividad negativa) en menos de una semana, comparado con el resultado de  solamente el 10% de los pacientes que no habían recibido este tratamiento.

Para el Raoult, el tratamiento con hidroxicloroquina sulfato permite la curación de la mayoría de enfermos en poco tiempo, eliminando el virus mucho antes del final de su ciclo natural, que es de unos veinte días. Esto permitiría evitar la degradación hasta formas graves de la enfermedad, que necesitan cuidados intensivos, y que se verificarían solamente si el virus persiste por largo tiempo en los pacientes contaminados.

Dr. Ramón Ricardo Vidal y Plana

Dr. Ramón Ricardo Vidal y Plana

En Gran Bretaña ha sido iniciado un estudio comparativo sobre 1.000 pacientes, comparando en doble ciego un grupo tratado con cloroquina fosfato, un grupo tratado con sulfato de hidroxicloroquina y un grupo placebo. Según los investigadores chinos, un tratamiento diario de 500 mg de cloroquina durante unos diez días debería ser suficiente.

Estas ventajas, de ser confirmadas, podrían indicar el camino a seguir, respecto a la búsqueda de una vacuna eficaz cuya disponibilidad no podría ser antes de varios meses.

La cloroquina es un producto relativamente económico, de fácil fabricación, producido por numerosos laboratorios del mundo y distribuido desde hace decenios bajo los nombres comerciales registrados por distintos grupos farmacéuticos de Resochin (cloroquina difosfato), Plaquenil (hidroxicloroquina sulfato), Axemal,  Dolquine, Ilinol y Quensyl, entre otros.

Sin embargo, es indispensable evitar la tentación de la automedicación, ya que la Agencia Nacional de Salud y del Medicamento de Francia y la agencia de la Región de Nouvelle Aquitaine han alertado y descrito recientemente varios casos de perturbaciones del ritmo cardíaco e incluso de paro cardíaco que ha alcanzado incluso a provocar la muerte de ciertos pacientes automedicados con productos a base de cloroquina o de Plaquenil (Hidroxicloroquina sulfato).

¿Demostrará la cloroquina ser un arma eficaz para vencer el azote pandémico de Covid-19?