Xabier Añoveros, académico de número y vicepresidente de la Junta de Gobierno de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), publicará en el próximo número monográfico de «Tribuna Plural», la revista científica de la RAED, el trabajo «Cela, un gallego peculiar», donde revela algunas de las excentricidades del premio Nobel español de literatura en distintos ámbitos: el literario, el erótico, el escatológico o el político. Además de diferentes anécdotas que lo retratan como un personaje poliédrico e irrepetible.
«Camilo José Cela, al igual que el otro gran escritor gallego, Ramón María del Valle Inclán, fue un personaje con una actitud ante la vida doble y dual, o incluso bipolar. Por una parte, en su vida privada era una persona normal, dentro la normalidad que puede tener un genio, amable, educado, afectuoso y cordial, y por el contrario en su faceta pública, era engreído, discutidor, soberbio, arrogante e incluso antipático», inicia Añoveros su artículo.
Tras reseñar sus inicios y su formación como literato, el académico de la RAED se detiene en un curioso episodio que tuvo lugar tras la recepción del premio Nobel. «Cuando acabó el año del Nobel, que había sido agotador, por la cantidad de conferencias que impartió, los muchísimos homenajes, entrevistas, cenas, comidas, viajes, fiestas, celebraciones… puso un letrero en la puerta de su casa que en letras mayúsculas decía: «NO SE ESCRIBEN PROLOGOS. NO SE HACEN DECLARACIONES. NO SE CONCEDEN ENTREVISTAS. NO SE RESPONDEN ENCUESTAS. NO SE PRONUNCIAN PREGONES NI CONFERENCIAS. NO SE FIRMAN AUTÓGRAFOS. NO SE ASISTE A CONGRESOS. NO SE ADMITEN MERIENDAS. LAUS DEO».
Añoveros también se detiene en las desacomplejadas referencias de Cela de temática sexual o escatológica y en su pretendido papel de «enfant terrible». «Cela, como es conocido, se inventaba anécdotas y vivencias para escandalizar a la gente. Era una cosa que le divertía muchísimo. Así por ejemplo contó en una ocasión: ‘Éramos una pandilla de cinco amigos bien avenidos que nos compramos una cabra. Nos la tiramos durante un mes y luego la vendimos y ganamos cada uno siete pesetas'».
El académico también cita el destacado papel del Nobel como senador. «De su paso por el Senado, aparte de la famosa anécdota, conocida por todo el mundo, de si estaba dormido o durmiendo, son de destacar sus aportaciones para conseguir un texto correcto de la Constitución, a través de diversas enmiendas. Intentó Cela que la carta magna fuera lo más respetuosa posible con la lengua española, aunque por desgracia, las virtudes del consenso entre los grandes partidos políticos dieron al traste con muchas de sus buenas intenciones. Fueron en total de cuarenta y una las enmiendas que presentó Cela. Una de ellas, al tratar del idioma, propuso modificar la palabra castellano por español».
«Asimismo -prosigue Añoveros- consiguió que se dejara de llamar gualdo al color amarillo de la bandera, con lo que se eliminaba la servidumbre impuesta por la rima de una zarzuela. También rompió una lanza, como nos cuenta su hijo, a favor de la condición femenina cuando al citarse el orden sucesorio de la Corona, pidió que se dijera mujer en lugar de hembra, porque lo contrapuesto de hembra no es varón sino macho».