Pedro Nueno alerta de la mala imagen que ofrecen en el extranjero los altercados de Barcelona
Pedro Nueno, titular de la Cátedra Fundación Bertrán de Iniciativa Empresarial de la Escuela de Negocios IESE, presidente de la Escuela de Negocios Internacional China-Europa y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona a raíz de un reciente viaje a China en el periódico «La Vanguardia» sobre la mala imagen que produce en el extranjero los conflictos que se han vivido estos días en Cataluña y, de forma específica, en Barcelona. Sus consideraciones aparecen en el artículo «Comparando», publicado en la edición del pasado 27 de octubre.
«Estamos destruyendo, quizás ya hemos destruido, a Barcelona. De ser una de las mejores ciudades del mundo está pasando a ser un sitio al que mejor incluso no ir. No sólo se nos irán empresas. Algunas que habrían venido no vendrán y las que están aquí no invertirán más. No esperemos tampoco que vengan turistas. Y si ustedes fueran los padres de un chico o una chica chinos, se hubiesen cuidado de que hiciera una buena carrera y ahora pensase en ir a Europa a hacer un máster, ¿lo dejarían ir a Barcelona? ¿Estamos pensando en nuestros hijos o nuestros nietos? ¿Qué trabajos quedarán por aquí? ¿Cómo caerá el turismo? ¿De dónde saldrá el dinero para las pensiones? ¿Cómo mejoraremos el tratamiento médico? Cuando ves cómo se preocupan algunos líderes políticos en el mundo pero aquí nadie nos explica cómo resolverá estos problemas, ves la escasa calidad de nuestros líderes», reflexiona.
Nueno explica cómo las autoridades de Shanghái aprovechan un evento anual organizado en la ciudad para encontrarse con los altos directivos de importantes empresas internacionales y mostrarles su apoyo. Y cómo hasta el presidente de China, Xi Jinping, se reúne periódicamente con empresarios locales y extranjeros para que apoyen su ambiciosa nueva Ruta de la Seda, que abrirá el país a nuevas empresas extranjeras y servirá de estímulo a las empresas chinas a salir al mundo. «El resultado de todas estas cosas es que la economía de Shanghái creció el año pasado casi un 10% -añade-. En este mismo encuentro fue donde el alcalde me pidió que presentase mi proyecto de una escuela de dirección de empresas y, cuando acabé de presentarlo, se levantó y dijo: ‘yo apoyo este proyecto’ y nos regaló unos terrenos fantásticos en lo que hoy es una de las mejores zonas de Shanghái para que construyésemos allí nuestro campus».
«Me duele ver cómo los líderes de países como China, que conocí en estado de profunda pobreza en los 80, tienen proyectos para desarrollar una economía digital que ya ha integrado a más de un 60% de su población -y continúan creando trabajo cada vez de más calidad- mientras que nosotros no tenemos nada de eso y a nuestros líderes no les preocupa», concluye.